La mentira se acabó. Otra vez. Y ya perdí la cuenta. La estupidez de que en la Bombonera los rivales se achican volvió a quedar en ridículo y esta vez lo sufrimos todos. Argentina está afuera hasta del repechaje camino a Rusia 2018 quedando solo una fecha para finalizar las eliminatorias. Se empató con Perú en un escenario donde la Selección Argentina fue visitante.

$bp(“Brid_07261479”, {“id”:”6149″,”width”:”800″,”height”:”478″,”video”:”168463″});

Argentina realizó una campaña deplorable. Ni teniendo al mejor jugador del mundo, y posiblemente de la historia, fue posible hacer una eliminatoria digna. El partido con Perú se presentó como una final y en lugar de ayudar a un equipo abatido psicológicamente y pensar estrategias de apoyo, se cayó en un manejo dirigencial infantil, absurdo y de tintes barrabravas.

La casa sagrada de la Selección, fue, es y será, por tradición y logros, El Monumental. Claro que el presidente de la AFA, Chiqui Tapia, optó por sacar a Argentina de allí y jugar en el estadio de Boca el partido más trascendental de los últimos tiempos. “Es el escenario necesario para lo que nos estamos jugando”, dijo sin argumentos claros para amparar su ineficaz decisión.

Desde 1990 hasta la fecha, la cancha de River albergó a la Selección en 48 partidos por competencias oficiales, de los cuales ganó 32, empató 14 y apenas perdió 2 (contra Colombia y Ecuador). Sin mencionar la vuelta olímpica en el Mundial de 1978. La única vez que Argentina quedó eliminada en Eliminatorias fue en las del Mundial de 1970, ¿saben dónde? Sí, en la Bombonera. Contra Perú. Creer o reventar.

La Selección necesitaba el calor de su gente, el empuje de su hinchada, esa presión a favor que hace temblar las piernas de los rivales como la que sufrieron los jugadores de Tigres en la final de la Libertadores 2015 frente a River (todavía recuerdo la cara atónita de Nahuel Guzmán mirando las tribunas eufóricas del Liberti), o como argumentó el entrenador de Atlético Nacional, Juan Carlos Osorio, en la Sudamericana 2014 acerca de que sus jugadores se sintieron intimidados por el marco del Monumental, e incluso la comparativa de los jugadores de Independiente del Valle luego de haber jugador en River y en la Bombonera: “La presión se sintió más en el Monumental”, afirmaron.

Hace poco vivimos otra epopeya en el Antonio Vespucio Liberti, River dio vuelta una serie 0-3 con un histórico 8-0 y el apoyo de su gente fue fundamental. En la Bombonera el último episodio internacional memorable fue el papelón mundial, el gas pimienta. La última vez que rodó la pelota en un partido internacional allí, antes del Argentina – Perú, había sido el 14 de julio del 2016, sí, hace más de un año, en otro hito vergonzoso, pero al menos deportivo, victoria de Independiente del Valle 3 a 2 y abono de cable con Fox Sports incluído para todos los boquenses.

Lindos fuegos artificiales al inicio y quince minutos de cánticos difíciles de entender pero que al menos hacían ilusionar con la posibilidad de aliento hacia la Selección. Pero no. Ahí quedó todo. La cálida noche de Buenos Aires se transformó en invierno con el correr de los minutos en La Boca, hasta caer en un letargo del que jamás se despertó. La buena es que no hubo gas pimienta y se jugó el segundo tiempo.

Quisiste una última oportunidad. Otra vez se llenaron varios medios funcionales al poder de turno de AFA con humo y artilugios de épocas de antaño y una mística que nunca existió. Ya está. Ya es tarde. Al menos dentro de nuestro país. Ahora dependemos de que el martes en Ecuador Messi esta vez ligue, y además de esquivar a los rivales, pueda gambetear las trabas que los dirigentes le pongan. A vos, Selección Argentina, perdonanos, nosotros no nos olvidamos de la dirección de tu casa: avenida Figueroa Alcorta 7597. Vení cuando quieras, ojalá sea para despedirte como merecés, antes de viajar a Rusia.