River cerró el semestre con una caída sobra la hora ante Arsenal, que le hizo un gol cuando iban pocos segundos y le marcó el 2-1 en el momento que se terminaba el partido en Sarandí. El descanso, la pretemporada y los refuerzos serán fundamentales para construir un nuevo equipo.
Sin presiones ni grandes obligaciones, River tenía un compromiso para concluir este torneo con aunque sea tres puntos más. Sin embargo, ningún escenario podía ser demasiado optimista. El semestre no podía terminar de otra manera que con un traspié. Injusto, pero inexorable para un equipo al que nada le salió bien y que tampoco halló un funcionamiento colectivo e individual para tener esperanzas.
Apenas iban 25 segundos cuando Mariano Barbieri, desde afuera, resolvió por encima de un Augusto Batalla adelantado para el 1-0 local. Insólito inicio para el arquero de enorme futuro al que Marcelo Gallardo confirmó como titular. Un golpe inesperado, una suerte de baldazo de agua helada en la fría noche de Sarandí. Ni siquiera se habían acomodado ambos conjuntos y la pelota ya volvía al medio campo.
Mariano Barbieri adelantó a Arsenal a los 25 segundos de comenzado el partido
River estuvo al borde del nocaut en ese comienzo. Arsenal llegó tres veces más mediante un remate desviado, un mano a mano en el que Batalla se anticipó y un tiro débil de Federico Lértora que contuvo el arquero. La reacción nunca fue contundente durante la etapa inicial. Recién en los últimos instantes el Millonario pudo inquietar con una definición de Iván Alonso que desvió Fernando Pellegrino, formado en las Divisiones Inferiores del Más Grande.
De cara al segundo tiempo había mucho para corregir. River se repitió de forma inútil en centros sin convicción ni destinatarios abastecidos. En ese contexto, el equipo estuvo impreciso en el juego corto y exhibió falencias en las pelotas largas. Careció de variantes e ideas para buscar un empate que parecía lejano en el desarrollo, aunque estaba al alcance desde el resultado mientras Arsenal esperaba ordenado y apostaba a sorprender por detrás de la defensa visitante.
River creció a partir del empate, pero se fue de Sarandí con las manos vacías
Sin embargo, la igualdad llegó enseguida en el complemento. Luego de casi 37 meses, River tuvo un penal a favor en condición de visitante dentro del continente. Camilo Mayada fue derribado y Lucas Alario, desde los doce pasos, transformó la infracción al uruguayo en el 1-1. A partir de ahí, la confianza del conjunto de Núñez creció bastante. Empezó a capturar los rebotes, ganó terreno y ejerció un dominio, pero con poca profundidad.
Los envíos aéreos continuaron siendo moneda corriente, el equipo del Viaducto tampoco hacía mucho y, cuando todo se encaminaba a una paridad justa, Leonardo Pisculichi perdió el balón, Eder Álvarez Balanta quedó enganchado, Claudio Corvalán apareció habilitado y fue preciso con un centro para que Agustín Vuletich señalara el 2-1 a través de un cabezazo. Restaban pocos segundos. El semestre no podía terminar de otra manera. Ahora, a descansar, hacer una buena pretemporada y traer refuerzos en tiempo y forma.
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