Ayer el Monumental te regaló el primer "olé, olé olé olé, Osoooo, Osoooo" genuino y unánime. Y fue más que merecido. Porque te habías barrido como un animal para recuperar la pelota, y te metiste en medio de una lucha contra dos rivales desde el piso, porque después intentaste cuidarla entre miles de piernas y diste un pase mientras te cometían falta. Y te levantaste como si nada, a buscar tu posición nuevamente. En 10 segundos habías resumido gran parte de lo que significa el Modo Oso.

Mucho se destacaba de Jonatan Maidana el hecho de lo que potenciaba a los que jugaban a su lado. De cómo los hacía brillar. Y vos también, desde otro lugar de la cancha, cumplís esa función. Peinando miles de pelotas frontales jugando de espalda. Despejando millones de tiros de esquinas rivales. Abriendo espacios para los que llegan desde atrás. Las 16 asistencias desde que llegaste a River no son casualidad, y pudieron ser muchas más si había mejor puntería y contundencia.

Tenés muy en claro que aquella diagonal que tiraste en la Bombonera 50 segundos después del gol de Wanchope la tendremos dibujada de por vida en nuestros cerebros. Esa definición perfectamente cruzada a la ratonera de Rossi, después de una contorsión magnífica de todo ese carruaje enorme que llevás encima. Y la corrida posterior en el festejo. Y aquel abrazo de gol con Lux cerca del banco. Y ni hablar aquella cruzada de brazos en pleno Madrid y ante los ojos de todo el mundo.

 

Gracias de corazón, Lucas. Por marcar el camino y contagiar al resto. Porque no se te cae ningún anillo en bajar 60 metros a recuperarla, y a la vez por tener la capacidad de regalarnos una esperanza de gol hasta el pitazo final. Por demostrar que los laburantes del juego también pueden ser decisivos. Y por los goles en los dos partidos más importantes de mi vida.

Se siente muy lindo vivir el Modo Oso. Ése ida y vuelta entre vos y nosotros como si fuéramos amigos de toda la vida. Ése corazón innegociable en cada partido, jugando bien o y a veces jugando no tan bien. Ésa alegría que nos genera verte con un mate en mano y una sonrisa, o escucharte en algún micrófono diciendo alguna chicana con una voz inventada.

Por algo ni más ni menos que Gallardo se desvivía por traerte en todos los mercados de pases, y nunca te deja afuera en un partido decisivo. No hace falta más que eso para demostrar lo que valés para este equipo. Sí, quizás muchos te miraron de reojo por el precio que valió tu pase, pero hoy quiero dejar bien en claro que para mí has sido el refuerzo más barato de nuestra historia.