Marcelo Gallardo lo alertó con el diario del viernes. Luego de lo que fue la exigente pretemporada en USA que sirvió como gran puesta a punto para lo que será un semestre cargado de grandes exigencias y desafíos, el DT comunicó que dar los primeros pasos para el equipo iba a ser difícil en lo inmediato, más aún cuando estaban esos dos duelos de octavos de final ante Cruzeiro que no permitían margen de error en medio de toda esa puesta a punto para llegar al ideal que pretende el Muñeco, y al cual nos tiene acostumbrados su River.

Y costó la adaptación. Mucho. Tanto que aquel mano a mano ante un debilitado equipo brasilero tuvo que llegar a la instancia de los penales. En esos 180 minutos se vio un River atípico. Con poco pase concreto entre líneas, casi nula profundidad y prácticamente sin llegar a pisar el área rival como es costumbre en sus mejores épocas. La actitud, la entrega y el corazón innegociable de este equipo salió a relucir como siempre, pero faltó esa cuota de poder hacer la diferencia con la pelota en los pies.

Los compromisos ante Gimnasia de Mendoza (donde también hubo que pasar por los penales y se vio un equipo chato y sin vuelo), y ante Argentinos en La Paternal (donde River sólo salió a jugar los últimos 10 minutos y casi lo gana), no fueron la suficiente medida como para tomar la carrera necesaria. Y encima se cayó Pinola. Y Ponzio llegó con lo justo y aguantó poco. Y Pratto que estaba entre algodones. Y los refuerzos que no llegaban. Todo parecía un equilibrismo en una soga muy delgada.

Pero, una vez más, el River de Gallardo impuso su personalidad, sacó su chapa y esquivó cada uno de los obstáculos para superar los problemas y seguir vivo en las tres competencias del semestre. Y aquel último partido en el Monumental ante Lanús fue el que empezó a hacernos sospechar que el equipo ya dio indicios de comenzar el proceso despegue y a soltar sus alas. Solidez defensiva, mediocampo fluido, mezcla casi perfecta entre presión, intensidad y precisión, y muchas situaciones de gol llegando desde varios puntos cardinales al arco rival.

Pero todavía queda un plus que nos invita a soñar nuevamente con poder llegar bien lejos. Paulo Díaz está listo para ponerse el overol y quedar a disposición de Gallardo, y será un jugador que brinde muchas soluciones desde las variantes y la jerarquía defensiva. Juanfer está en las gateras y hambriento por volver. Scocco suma y suma minutos de fútbol. Y empieza a asomar Carrascal como otra alternativa potable que hasta ahora venía escondida. Todos factores que aportarán a que River termine de completar el proceso de maduración que Gallardo sueña, y los hinchas también.