El defensor contó cómo fue que el Millonario logró marcarlo a fuego en su corazón, al punto de que se convirtió en su segundo hogar. Sus inicios como jugador, las cicatrices que el fútbol le fue dejando en la cabeza y lo que le gusta hacer en su tiempo libre.

Llegó a River a mediados de 2010 observado de reojo: había tenido un paso por el eterno rival. Pero, a base de trabajo y mucho sacrificio, Jonatan Maidana logró meterse en la historia del Más Grande. Estuvo en la etapa más complicada del club, fue parte del resurgimiento y de grandes logros con la institución: lleva nada menos que diez títulos con el manto sagrado.

Pero el zaguero central debió recorrer un largo camino para tener este gran presente con La Banda. En una entrevista que le concedió a Página 12, Joni abrió su corazón y recordó algunos momentos de sus inicios como futbolista.

“Cuando era chico, todo era jugar y jugar. Teníamos la canchita ahí en la esquina, en Glew, en el barrio El Trébol. Se le decía ‘La canchita de los Melli’ a esa. Nos juntábamos ahí, en un terreno baldío que teníamos en la cuadra o en la calle. Lástima que cada vez hay menos terrenos baldíos y cada vez más gente. Entonces quedan menos canchitas. Pero la que jugaba de chico todavía está”, relató Maidana.

¿En qué puesto jugaba cuando era niño? “Era volante central o jugaba de ocho. Pero a medida que pasaron los años me fueron tirando para atrás. Se fueron dando cuenta y me mandaron para la cueva, ja. Fue en sexta, con Juan Carlos Díaz, al que también lo tuve en Primera ahí en Los Andes. Me acomodó atrás y hasta acá llegué así”, señaló.

Además, el defensor reveló qué es lo que hizo con su primer sueldo como futbolista: Fue en Los Andes. Había firmado uno de los contratos más bajos, pero para mí en ese momento era un montón. Ya tener para viajar para ir a los entrenamientos era mucho. No tener que colarme para viajar era todo un logro”.

Teniendo en cuenta que es el jugador del plantel que más tiempo lleva jugando en River, Maidana contó algunas de las sensaciones que tiene cuando mira hacia atrás: “Desde el primer día que llegué acá fue cumplir un sueño. Cuando pisé por primera vez el club iba a cumplir 25 años,y a los 32 todavía estoy acá y me siento importante. Es verdad que es raro estar tanto tiempo en un club con mucha exigencia. River se volvió mi casa”: Y resaltó: “Cuando se me presentó la oportunidad de venir a River no lo dudé. Y no me equivoqué. Lo de Boca fue una etapa. Yo salí de las inferiores de un club importante pero humilde como Los Andes, al que le estoy muy agradecido. Desde ahí, fui creciendo: siento que no le debo nada a nadie y que no le falté el respeto a nadie”.

Incluso, el hombre de 32 años explicó a qué se deben las cicatrices que tiene en la cabeza: La verdad, es el roce de este juego. Tuve muchos muchos choques y te van quedando las marcas. Parte de mi trabajo es tenerlas también. De chico tenía varias, pero las más importantes fueron ahora de grande. Choques, cabezazos, saltos y, después, se vienen los puntitos. Es así. De pibe ya era de ir fuerte a la jugada. No me frenaba nunca. Por eso tengo la cabeza como la tengo. Abollada. Es algo que llevo con orgullo”.

Por otra parte, Joni también dio a conocer qué le gusta hacer en sus ratos libres: Cuando estoy en casa estoy con mis hijos, Sol (de 9 años) y León (de 5). Y dentro de poco viene otra nena. Miro las tareas que les mandan o miro la tele con ellos. Me gusta estar con los chicos y nos entretenemos mirando documentales. Nos gustan los del estilo de Discovery Channel o History Channel”.

Finalmente, el zaguero central advirtió que está feliz en Núñez y que tiene como objetivo seguir estando en el club, siempre y cuando pueda estar a la altura de las circunstancias: “Estoy contento en un club importante. Veremos cuánto tiempo queda, ojalá me queden varios años más de fútbol. Sé que es difícil mantenerse en River, pero me queden seis meses o tres años más, voy a seguir dando lo mejor”.

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