El pasado 24 de febrero Javier Pinola cumplió sus 38 años, si bien es muy joven para la vida cotidiana, en el mundo del fútbol un futbolista promedio a esa edad ya está retirado o pensando en hacerlo. El marcador central que surgió de Chacarita y se convirtió en ídolo en Nuremberg jamás dio ventajas físicas a lo largo de su carrera ni siquiera estos últimos años, de hecho una de sus principales armas es su anticipo, es que cuando un jugador alcanza la madurez necesaria en vez de correr en cantidad, lo hace en los momentos justos y por ende no corre de más.

Pinola fue entrevistado por los Especiales de River Monumental que se emiten de lunes a viernes a las 23 horas en todas las redes sociales de La Página Millonaria y en una charla que no tiene desperdicio se refirió a varios temas, como por ejemplo su fanatismo por River en la infancia, su vínculo con Jonatan Maidana y un deseo muy especial para Gonzalo Martínez. Pero también fue consultado respecto a su estado físico, que es digno de destacar.

A lo largo de los años siempre me cuidé, fui aprendiendo lo que me hace bien y lo que me hace mal. Hasta antes que se parara todo por la pandemia era fanático del chocolate o  también me comía algunos caramelos antes de irme a dormir. Si había una reunión, comía un pedazo de torta, eso siempre me gustó y no lo podía cambiar. Pero cuando empezó la pandemia cambié la alimentación y dejé todo eso, de vez en cuando algún gusto mínimo me doy”, declaró el marcador central con claridad y destacó que la pandemia fue un punto de inflexión en su alimentación, que siempre fue buena, pero que ahora es más exigente.

Su autoexigencia y cómo es como padre en ese aspecto

“El último pancho que me comí fue en Alemania. Fritos no como, facturas tampoco hace años y la última vez que tomé gaseosa habrá sido hace seis años. Son cosas ricas pero no hacen bien”, remarcó Pinola que vivió en Alemania durante diez años en su paso por el Nuremberg donde es ídolo absoluto. Y para finalizar contó un poco cómo es como padre en relación a la alimentación: “En la mesa familiar hay gaseosa, yo en lo personal tomo soda. Mi hijo más grande, que ya está jugando y sin que yo le diga nada, él empezó a ver cómo me alimentaba yo y se cuida bastante, pero yo no le digo nada. Voy con el ejemplo. Pero mi hijo del medio toma gaseosa, mi nena y mi señora toman jugo”, cabe destacar que su hijo mayor se encuentra en las Divisiones Inferiores de un equipo de la Primera B.

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