La gloria es de Dios, repite todo el tiempo Borja, mientras que los hinchas de a poco arman su propia frase anclándola con la fe: "Gloria al Colibrí". Miguel Ángel Borja terminó su adaptación al fútbol argentino y empieza a demostrar verdaderamente de qué está hecho. No brillará durante todo el partido, cada tanto tendrá alguna jugada en la que todos se muerden los labios, pero el colombiano sabe mejor que nadie cómo hacer los goles. River necesitaba un goleador y el goleador llegó para quedarse.

Se ponía complicada la noche, el Millo no podía vencer la valla de Altamirano hasta que apareció la conexión de tierras cafeteras. Pase de Juanfer para Borja, el nueve se tomó un tiempo más, giró, enganchó para la zurda y la colocó con mucha sutileza al primer palo. Cualquier otro delantero se hubiera atolondrado al intentar definir de cualquier forma, pero Miguel se tranquilizó en esas milésimas de segundo, divisó el arco y la colocó para darle el triunfo al Más Grande, una victoria que lo deja a un paso de la Libertadores 2023.

Miguel ya lleva siete goles en el campeonato. Siete festejos en siete titularidades, ninguno de ellos desde el punto penal, además de que es su tercer partido consecutivo inflando las redes. Seguramente muchos se lamenten por la demora en los goles, que llegaron cuando el equipo ya casi no puede pelear el campeonato, pero lo importante es que llegaron. Lo valioso es que Borja se acomodó al sistema Gallardo, a la exigencia de River y la curva de su rendimiento está en pleno ascenso.

"Trato de entrenar la frialdad dentro del área. Dios me ha bendecido con un gol muy bonito, vamos por el buen camino", le dijo el Colibrí a ESPN una vez terminado el partido. De eso se trata, de perfeccionarse constantemente para dejar la vara cada vez más alta. Tanto se necesitaba un goleador y el goleador apareció, ahora a disfrutarlo.