La previa de la previa

(Barcelona – España) Ser de River no es una elección, es un privilegio. Pero se hace difícil cuando vivís en la ciudad de Messi, lejos del Monumental. ¿Cómo se vive River-Patronato en la madrugada de otro país?

Una de las primeras dificultades que afrontás cuando sos hincha en el extranjero es el tema del horario. Al que le salía bien eso es a mi amigo Mark. El escocés más argentino que conozco, hincha del Celtic y de San Lorenzo, asador por excelencia. Para él seguir al Celtic era todo menos un problema, empezando por la diferencia horaria.

Los argentinos por lo general ignoramos esto pero nuestro huso horario es el mejor del planeta Tierra para ver deportes. Gracias a nuestra singular ubicación podemos disfrutar, o soportar, un partido escocés a las 8 de la mañana, ver la Premier, la Liga, Serie A, seguir de largo con el torneo Argentino y si pinta cerrar la noche con la NBA. De este lado del mapa la agenda deportiva es más complicada.

No hay mejor asado que un asado después de Celtic-Rangers. Mark te picanteaba, tranqui, durante la semana. Por si te olvidaste. Un mensajito de Whatsapp, un tweet, “che, el domingo es el Old Firm”. Y el flaco arrancaba la previa del partido la noche anterior en Palermo. Llegaba a su casa cómo podía, ponía la pava para el mate, enchufaba Celtic TV y ahí aparecía yo con las facturas. Antes de las 12 ya se abría la primera cerveza mientras prendíamos el fuego a los cantos. Para las 3 de la tarde eramos no menos de diez, todos felices, bien comidos y con un clásico ganado. Repetir esto con River es casi imposible.

El partido de esta noche contra Patronato es un trámite que queremos pasar de largo. Pero de largo te terminás pasando vos cuando el horario de inicio es a la 1 AM. Es sábado a la noche y en vez de pensar adónde ir a tomar una merecida cerveza me encuentro caminando por el living cuando todavía falta una hora para que juegue el campeón. “¿Juega el campeón?”, me dice Ali que está mareada con la agenda de River. Juega el campeón. Prometió esperarlo pero hace 15 minutos que ella, el sillón, la manta y el perro se fundieron en uno.

El nivel de ansiedad que esto te genera es francamente insoportable. Pero así lo vivimos, fin de semana tras fin de semana. Llegó la hora, arranca en Paraná. O no. 1:30 arranca, a mi también se me mezcla el calendario. Ahora si. Juanfer me emociona en cada toque, en cada pique corto. No hay forma que no sea titular el miércoles. Después, lo mismo de siempre. Promedio 3 bostezos por cada tiro de River al arco. Esto es resultado de la hora y de River. Pero está Mora, con un bombazo, para sacarme la modorra como se la saca al Millo. Arriba, despierten.

El segundo tiempo es inclusive peor que el primero. Una costumbre a la que no me acostumbro. Tengo borrones del trámite, un par de intervenciones de Armani, River marcando mal. Mora dejándolo todo. Mora me da vida. Cambios. La vuelta del Pity. Pero antes de poder agarrar el control remoto para cerrar otra noche gris llega la confusión. Me río, no me sale otra cosa. Van 3 repes y sigo sin entender si el gol es de Zuculini, de Mora, de Bértoli o de Gallardo. 3 puntos de nuevo, ganar de visitante de nuevo. El corazón late y el miércoles, cueste lo que cueste, el miércoles tenemos que ganar.

Afuera el silencio. Si no fuera porque lo vi, porque se que sigo despierto y twitter me conecta a un mundo que está cuatro horas atrás mío, no sabría que creer.

Ahora solo puedo pensar en el miércoles, en Mendoza. En llegar sin bostezos a la 1 y 10 AM y tener el placer de asustar a los vecinos a puro grito. Ya pasó contra WIlstermann, tuve que salir a dar explicaciones al día siguiente. Mientras tanto, hoy Mark me escribió por twitter para que no me olvide que mañana al mediodia es Celtic-Rangers y que vaya al pub escocés enfrente de Sagrada Familia, que me siente al fondo de la barra. “Una auténtica experiencia cultural”, promete. Acá ya es domingo desde que arrancó el partido y puedo decir que se cumplió eso de que “llega el domingo voy a ver al campeón”.

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