Las copas internacionales eran un karma para River. Tal vez los hinchas más jóvenes se sorprendan, bien acostumbrados a lo que viene ocurriendo en los últimos años. Pero no hay que negarlo, hubo una época que se sufría en esas competencias. Equipos exitosísimos, multicampeones en Argentina, con figuras de todo tipo -jugadores de selección y cracks extranjeros-, no pudieron lograr lo que desde mediados de 2014 parece ser algo normal. Repasar los logros desde que Marcelo Gallardo asumió como entrenador no deja de sorprender, pero al comparar con todo lo que paso antes se agiganta aún más la historia que está escribiendo año tras año. Y el Muñeco es el gran responsable. El culpable de esta etapa que tenemos el privilegio de disfrutar como contemporáneos.

La primera Copa Libertadores llegó a Núñez en 1986, después de dos frustraciones separadas por décadas enteras: las caídas en las finales del 66 y 76. Ese mismo año que el equipo del Bambino Veira rompió el maleficio también consiguió la única Copa Intercontinental. Al año siguiente, River también festejó la Interamericana, ya con Carlos Griguol en el banco. Después hubo que esperar otra década para que de la mano de Ramón Díaz se volvieran a festejar copas: la Libertadores 96 y la Supercopa 97. Hasta el 2014, eran cinco copas. Hoy la cuenta llega a 12 y el deseo, el objetivo, la obsesión es seguir sumando.

Sudamericana 2014, Recopa 2015, Libertadores 2015, Suruga 2015, Recopa 2016, Libertadores 2018, Recopa 2019 es la cosecha internacional desde que llegó Gallardo. Pero lo logrado va más allá de los títulos. A nivel sudamericano compitió dos veces en la Sudamericana y seis veces en la Libertadores: en siete estuvo en semifinales (o sea, entre los cuatro mejores), en cuatro llegó a la final y tiene la chance de llegar a la quinta si supera a Palmeiras en la actual Libertadores. Y no todo termina en esas estadísticas: hay datos que destacan aún más lo conseguido. Por ejemplo, que River lleva seis participaciones consecutivas (y ya está clasificado para sumará la séptima en 2021) en la Libertadores, un torneo al que volvió a competir en 2015 después de seis años de ausencia.

River ha tenido en su historia algunas presentaciones muy malas a nivel internacional, al punto de haber quedado eliminado de la Libertadores en primera fase, por ejemplo. Sí, no pasó la zona de grupo en ocho oportunidades (1973, 1977, 1980, 1981, 1991, 1993, 2007 y 2009). Hoy pareciera imposible. Pero ocurría. El propio Gallardo lo sufrió en sus etapas como jugador. Tanto él como Enzo Francescoli contaron que se lamentaban que aquel equipo de fines de los 90 no haya marcado una época a nivel internacional como está ocurriendo ahora. Aquel River de Ramón Díaz tal vez haya sido uno de los que más espectáculo dio (el más vistoso para quien escribe), pero le quedó esa espina más allá de haber conseguido una Libertadores y una Supercopa.

Esa experiencia como futbolista hizo que el Muñeco supiera bien qué le faltaba a River para conquistar títulos más allá de las fronteras. Y construyó un equipo que cambió la historia. Un proceso que va camino a los siete años y que no tiene espacio para relajarse. Podrá sumar más medallas o no, pero ya dejó una marca, un sello imborrable. River pasó de padecer las competencias internacionales a provocar temor y respeto en todo el continente. Y sin dudas, la culpa es de Gallardo.