(Yokohama – Enviado especial) Si bien River estuvo lejos de vencer al Barcelona, la base del plantel le dio cuatro títulos internacionales al Más Grande e incluso dos de ellos fueron dejando en el camino a Boca.

Todavía está abierta la herida por haber perdido contra el mejor equipo del mundo tanto en los papeles como antes de la consagración en Japón. Sin embargo, no existen reproches. De ninguna manera hay cuestionamientos o, si lo hay, carecen de suficiente profundidad como para poner en jaque el crédito de quienes brindaron satisfacciones inolvidables. ¿O acaso muchos no deseaban la final ante Barcelona porque le tenían fe a este grupo multicampeón?

Todo comenzó con Ramón Díaz. La vuelta del DT más ganador de la historia de River sirvió para cambiar la mentalidad. La asunción de Rodolfo D’Onofrio y una dirigencia capaz fue fundamental para respaldar con hechos lo prometido hacia el plantel. Entonces, con la vuelta olímpica en el Torneo de Transición 2014 se dio lo que todos anhelaban: el regreso a la Copa Libertadores para el año siguiente. Pero previamente hubo dos éxitos inesperados.

Cuando el entrenador riojano dejó el cargo, Marcelo Gallardo, inactivo al frente de un vestuario durante dos años, potenció la herencia. Mantuvo la mentalidad ganadora, fiel al estilo de River, incorporó nuevos métodos, avaló el retorno de Carlos Sánchez, dio el OK por Leonardo Pisculichi, puso a Ramiro Funes Mori y consolidó a Matías Kranevitter. Éxito absoluto: ganó la Copa Sudamericana de forma invicta y dejó en el camino al eterno rival en una noche de película.

Luego de aquella conquista, el Muñeco obtuvo la Recopa en febrero de este año. Hubo altibajos. La obsesión de la Libertadores corrió riesgo en primera fase. Una vez sorteada esa instancia, River se hizo infalible en los mano a mano. Volvió a eliminar a Boca. Rompió una racha contra Cruzeiro, reinventó al equipo tras el receso por la Copa América. Superó a Guaraní y festejó ante Tigres. Levantó la Copa Suruga Bank.

Pero River entró en el terreno de la irregularidad. Aun así, dio batalla en la Sudamericana y se preparó para el Mundial de Clubes. Ganó apenas 1-0 sobre Sanfrecce Hiroshima y alcanzó el desafío que la mayoría deseaba. Estuvo lejos del nivel y la solidez que requería para afrontarlo. Dolió, claro que sí, aunque a dos días de lo ocurrido permanece el sentimiento de gratitud.

Más allá de un semestre flojo, a raíz de bajas que se extrañan y altas sin rendimientos acordes, la base actual merece el reconocimiento. Integra el cuadro dorado del club junto con La Máquina -lástima que no existía la Libertadores en su época-, el River multicampeón de 1986 y el Dream Team que condujo Ramón en los ’90. Entonces, aunque en este momento sea complicado, vale levantar las copas en estos días de fiestas de fin de año para recordar un 2015 inolvidable. Y, por qué no, soñar con el regreso a Japón. ¡Gracias por tanta gloria al Muñeco y su plantel!

+ Así sigue el camino de River

+ Las imágenes de la final

+ Una hinchada campeona del mundo