Gallardo dio una clase de táctica ante Instituto

(Mar del Plata – Enviado especial) El Muñeco supo reacomodar las piezas en más de una oportunidad frente a La Gloria para compensar la expulsión del Pity Martínez y luego con el objetivo de crecer ofensivamente.

Es enorme la cantidad de elogios que se le pueden hacer a Marcelo Gallardo. Nunca deja de sorprender a propios y extraños. Su capacidad para leer el juego -rara vez en una conferencia de prensa analiza un partido distinto al que la mayoría de la gente vio- causa admiración porque sabe emplear diferentes esquemas tácticos en busca de la mejor versión para River de acuerdo a las circunstancias del juego. Anoche, en Mar del Plata, dio otra muestra de clase táctica al brindarle distintas soluciones al equipo para lograr un 4-1 sobre Instituto.

Al principio, River utilizó un 4-1-3-2 muy marcado. Delante de la línea de cuatro defensores, Leonardo Ponzio se ubicó como único volante central definido, listo para sumarse a los zagueros o relevar a sus compañeros ante la proyección permanente de ambos laterales. Unos metros más arriba, Carlos Auzqui, Ignacio Fernández y Gonzalo Martínez cumplieron la función de mediocampistas ofensivos para abastecer a Lucas Alario e Ignacio Scocco.

Enfrente, Instituto presentó un 5-4-1 bastante flexible, al punto de mutar en un 3-6-1, para copar el medio, o un 3-5-2 cuando intentó lastimar. Sin demasiadas prácticas encima, Gabriel Gómez decidió plantear un dibujo replegado, pero veloz para salir de contragolpe. Apeló a la presión sistemática a cada receptor del Millonario, anulando la posibilidad de tener suficiente tiempo para pensar el siguiente pase. Recortó espacios, aunque sufrió en varias pelotas paradas. Ni siquiera la bendición de la inesperada expulsión del Pity le sirvió para repartir el protagonismo.

Alario dio una muestra más de que un gol puede derrumbar el panorama como si se tratara de una torre de yenga. El conjunto de Núñez se fue en ventaja al descanso, pese a tener un hombre menos. Para ese entonces, Gallardo ya había charlado con Auzqui para que le diera instrucciones a sus compañeros: 4-2-3. Ponzio y Nacho, en el centro, Auzqui, Scocco y el Pipa, adelante. El plan permitió que River maquillara la inferioridad numérica. Sin embargo, también fue clave una atajada de Germán Lux para subsanar un grosero error de Milton Casco.

El lateral izquierdo se recuperó en las acciones posteriores y fue víctima de la infracción que generó la roja de Facundo Agüero, uno de los tres marcadores centrales de La Gloria. Rápido para leer qué convenía en el diez contra diez, el Muñeco puso a Enzo Pérez en lugar de Scocco, un cambio cantado. El ex-Valencia respondió con un golazo luego de un desborde de Jorge Moreira. Con más terreno disponible, el Millonario hizo notar la jerarquía colectiva e individual.

Más allá del descuento de otro ingresado, Franco Olego, las dos variantes restantes también aportaron un plus en River: Ariel Rojas, que reemplazó a Fernández, envió un tiro de esquina desde la izquierda para que Jonatan Maidana señalara el 3-1 parcial, mientras que Pérez abrió el balón en el momento indicado para que el colombiano Rafael Borré, que sustituyó a Auzqui, lograra el 4-1 tras dos remates. De una breve preocupación a la goleada, tal vez exagerada, pero conseguida gracias al rendimiento de quienes entraron y la clase maestra de Napoleón.

River pasó del 4-1-3-2 inicial a un 4-2-3 como alternativa de emergencia. Una vez en igualdad de condiciones, mostró un 4-3-2, con Ponzio de 5, Pérez y Rojas como internos -tal como ocurrió ante Atlas-, y Alario junto con Borré en el ataque. Instituto osciló entre un 3-1-4-1 y un 4-4-1 cuando Agüero vio la roja. Una vez más, Gallardo apeló a diversos sistemas, aunque siempre dándole prioridad a la capacidad e impronta de sus jugadores. Otra vez el DT exhibió su inteligencia para resolver problemas y potenciar virtudes.

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