(Mendoza – Enviado especial) Tal como ocurrió hace una semana, el campeón de América aprovechó un penal para vencer 1-0 a Boca y extender su racha positiva, con tres victorias consecutivas en materia de amistosos.
La fiesta es de River. Otra vez el delirio es rojo y blanco para cantar y saltar de alegría frente a una tribuna de colores feos, tristes, impotentes frente a otra caída. A diferencia de lo sucedido en Mar del Plata, esta noche el desarrollo fue mucho más parejo. Costó, fue difícil, pero Gonzalo Martínez volvió a ser víctima de un penal en una zona similar a la que experimentó en la Copa Libertadores. Sin Leandro Marín, el ingresado Sebastián Palacios derrumbó el castillo de arena que ilusionaba a Rodolfo Arruabarrena para que Rodrigo Mora pateara con la misma violencia que una ola de mar.
Los minutos finales sirvieron para que el Millonario jugara con la agonía adversaria. Pero antes hubo un trámite duro, complicado, repleto de fricción e imprecisiones. Marcelo Gallardo presentó un 4-1-3-2 largo, desconectado y por momentos con menos profundidad que una pelopincho. Boca controló a River, pero sin lastimarlo. Tuvo algunas llegadas peligrosas, aunque exigió poco a Marcelo Barovero. Del otro lado, tanto el funcionamiento colectivo como las individualidades carecieron de ideas y sintonía durante el primer tiempo. Pese a ello, un centro de Lucas Alario generó que Ignacio Fernández estrellara un cabezazo en el poste izquierdo.
Luego del descanso, el desarrollo fue todavía más luchado. En ese contexto, El Más Grande comenzó a ganar en solidez. Redujo espacios con relación a la etapa anterior. Nacho Fernández creció, Leonardo Ponzio sostuvo su tarea en el fondo, Eder Álvarez Balanta mejoró, Nicolás Domingo mantuvo su regularidad y tanto Sebastián Driussi como Gonzalo Martínez entraron bien. El Pity, aún lejos de ser punzante en los metros finales, recibió la infracción clave.
¿Ellos? Apenas alguna corrida sin éxito de alguien parecido a Carlos Tevez y apuesta máxima a la pelota parada de Nicolás Lodeiro o un error del Más Grande. Como no existieron equivocaciones y el 1-0 fue bien protegido, el cierre tuvo otro festejo de rojo y blanco. En Mendoza, River te goza. Ahora, a pensar en el torneo local y el gran anhelo de todos: permanecer en la cima de América para toda la alegría de la gente. ¡Vamos, campeón!