Y acá estamos, agarrados bien firmes de la mano de ese hombre sobreprotector que comanda la suerte de ese escudo que nos alegra, nos enamora y nos desvela. En las vísperas de una nueva final de copa bajo su reinado. La octava a nivel internacional en menos de cinco años, de las cuales sólo perdió una, contra un tal Barcelona de un tal Lionel Messi.

Ni el ser humano más optimista del planeta hubiese imaginado a mediados del 2014 que este hombre casi a mediados del 2019 ya iba a superar por sí mismo la cantidad de títulos internacionales que tenía el club cuando asumió. Dibujando además un recorrido inigualable en la obtención de cada título. Armando equipos que practicaron un fútbol inolvidable. Logrando remontadas históricas e irrepetibles. Y formando planteles que quedarán marcados a fuego en el corazón de cada hincha. 

Y con el "vamos por más" como lema de vida cada vez que despega la cabeza de la almohada. Esa frase que nos contagió para siempre, que indica que nada será suficiente, y que cada día hay que revalidar la gloria conseguida y el respeto adquirido por el resto. Con ese cerebro prodigioso de estratega nato, que no sólo planifica partidos sino cada raíz del futuro de nuestro club.

Esta nueva Recopa encierra mucho en nuestros corazones, porque el camino hacia ella fue el más encantador que alguna vez haya existido en la historia de cualquier deporte. El miércoles saldremos a la cancha en Brasil gracias a aquel recorrido en un mapa de ensueño que comenzó en Río de Janeiro con un empate agónico y culminó en Madrid, con un triunfo producto de tres remontadas en una final, y hasta con un gol sacando del medio que nunca olvidaremos.

Se llama Marcelo Daniel Gallardo. Ojalá que su contrato sea tan eterno como el legado enorme que ya dejó instalado para las próximas generaciones de jugadores e hinchas de River.