La capacidad futbolística de River cuenta con un amplio abanico de recursos ofensivos y defensivos. Marcelo Gallardo es un estratega que sabe cómo lastimar a los rivales y qué plan conviene ejecutar según las circunstancias, respaldado en un cuerpo técnico que le brinda todas las herramientas posibles a la hora de diseñar una idea que termine siendo exitosa en función del resultado buscado.

Podrían emplearse muchos párrafos en destacar distintas virtudes de este River, pero la intención es detenerse en una de sus mayores fortalezas de ataque: el desborde. Si bien la tentación de avanzar por el medio representa un camino más tentador, la realidad es que suele estar repleto de obstáculos porque los adversarios comprenden la importancia de tapar el arco y las zonas más vulnerables. Por eso el equipo del Muñeco suele apostar a la intensidad mediante la proyección constante de sus laterales.

Cuando Gonzalo Montiel y Milton Casco se suman al ataque -muchas veces al mismo tiempo, lejos de los libretos-, ofrecen la dosis justa entre amplitud y profundidad. Eso permite que los oponentes de turno dejen huecos en el centro por el simple hecho de salir a marcar los costados. Conscientes de que no alcanzan la atención ni el esfuerzo físico para neutralizar a River, eligen el retroceso veloz para anticiparse a los delanteros. Entonces, aparece el plan B: en vez de tirar el centro paralelo, surge el desborde.

Los ejemplos de la fórmula sobran durante los últimos partidos de River: desde el desborde de ayer que protagonizó Matías Suárez para que Rafael Borré abriera la cuenta hasta la gran jugada de Lucas Martínez Quarta que coronó Ignacio Fernández ante Vélez, pasando por otro centro atrás de Suárez para el mencionado Nacho en tanto a Boca y un desequilibrio del atacante cordobés en el golazo de Milton Casco contra Huracán.

Suárez se repite en los casos recientes porque, más allá de su enorme jerarquía para definir o sacarse un rival de encima utilizando el control al mismo tiempo, comprende en qué momento enviar el pase hacia el corazón del área o atrás, de acuerdo a la conveniencia. Es el emblema de una opción que a River le dio cuatro de sus 26 tantos oficiales en lo que va del semestre actual.