Milton Casco llegó a River en septiembre de 2015 como protagonista de una de las tantas novelas del mercado de pases. Es que el equipo dirigido por Marcelo Gallardo salió a disputar la contratación del por entonces lateral de Newell’s nada más y nada menos que con Boca Jrs., el rival de toda la vida. La intención era reemplazar a Leonel Vangioni, que optó por irse con el pase en su poder al Milan, con un jugador de similares características, con pasado en el mismo club y con presente de Selección Argentina. En ese contexto, el entrerriano quedó en el medio de una disputa entre los clubes más importantes del país y a la hora de tomar una decisión, optó por el Millonario.
Más allá del convencimiento de Milton, sus primeros tiempos en River fueron tormentosos. Su debut no fue el esperado, ni por él ni por los hinchas. El elenco del Muñeco cayó en el superclásico y el marcador de punta tuvo una actuación olvidable. Tal vez ese primer traspié fue el que comenzó a cargar una mochila llena de exigencias y de algunos murmullos en el Monumental que comenzaban a repetirse cada vez que cometía algún error individual, como sucedió en las semifinales de la Copa Sudamericana ante Huracán, particularmente en la jugada del gol de Cristian Espinoza en el partido de ida. Unas semanas después el Millonario quedó eliminado del certamen continental de manera dolorosa.
El camino de Milton Casco se llenó de espinas casi desde el vamos. Pese a los malos rendimientos, Marcelo Gallardo lo sostuvo en el equipo titular. En algún momento probó con Camilo Mayada de lateral izquierdo y promovió a un juvenil de la cantera, Luis Olivera, pero tampoco dio resultado. Por eso, a mediados del 2017 el club de Núñez salió al mercado en busca de un jugador en esa posición. El apuntado fue un tapado, que pocos tenían y que terminó ganándole la pulseada al ex Newell’s: se trataba de Marcelo Saracchi, que con apenas 19 años se puso la camiseta de River y rindió por encima de las expectativas.
El semestre del uruguayo fue tan buen que no sólo se hizo dueño del lateral izquierdo, sino que un año después, en junio de 2018, llegó una oferta millonaria por él, casi irresistible. El Leipzig de Alemania pagó 11 millones de euros a cambio de su ficha y River ensanchó sus arcas, pero volvió a quedar flaco de laterales, sobre todo por la izquierda. Fue en ese momento cuando hubo un quiebre en la cabeza de Milton Casco. El tren no pasa dos veces y el marcador de punta entrerriano tomó esta nueva chance como una oportunidad irrepetible. Su primer examen fue en el partido de ida de los octavos de final de la Copa Libertadores ante Racing en el Cilindro de Avellaneda. Un partido chivo, en el que el equipo del Muñeco tuvo que raspar y aguantar gran parte del juego con un hombre menos por la expulsión de Leo Ponzio en la primera etapa. Ahí comenzó a ganar en confianza y autoestima.
Todo lo que vino después es historia conocida. Ese segundo semestre del 2018 se consolidó en una defensa que salía de memoria: Montiel, Maidana, Pinola y Casco. Que sufrió una modificación circunstancial con el ingreso de Lucas Martínez Quarta en la recordada línea de cinco que armó Gallardo en la final de ida de la Libertadores ante Boca en la Bombonera. Pero que un mes después volvió a su formación natural para levantar la Copa más importante de la historia, en Madrid y ante los ojos del mundo.
De ahí en adelante, la historia de Milton Casco dio un giro de 180 grados. Pasó de los murmullos al aplauso y al reconocimiento no sólo de los hinchas, sino también de sus compañeros y de su entrenador. Con trabajo y perfil bajo, se transformó no sólo una pieza importante para el equipo en términos futbolísticos, sino también puertas adentro, en el vestuario y en el día a día. Es uno de esos referentes positivos, que empuja y que tiene un particular sentido del humor. Los grandes grupos también se nutren de este tipo de cuestiones.
Las últimas semanas fueron más que especiales para el lateral oriundo de María Grande. Además de marcar un golazo ante Barracas Central en San Luis que sirvió para abrir el camino de la clasificación a los octavos de final de la Copa Argentina, Milton se convirtió en un hombre récord en la Era Gallardo: es el jugador con más partidos en todo el ciclo del Muñeco (214) y superó a Leonardo Ponzio, uno de los grandes emblemas del equipo de Napoleón. Además, convirtió 5 goles y brindó 12 asistencias. Consiguió 10 títulos oficiales con la banda roja. Y lo mejor de todo: se metió definitivamente en el corazón de los hinchas millonarios. Por eso, cada vez que la voz del estadio anuncia la formación, es uno de los más ovacionados por el público. Un privilegio de muy pocos.