El mediocampista surgido de River volvió a mostrar cómo se deben jugar las finales, pero el equipo no acompañó y terminó perdiendo otro partido decisivo. Perdonalos, Masche.
Marca, ordena, indica, distribuye, contagia. Ese es Javier Mascherano. Sin embargo, el fútbol es un deporte colectivo, y, si un fuera de serie no tiene compañía, es muy difícil que pueda triunfar. Hoy el Jefecito volvió a deslumbrar y emocionar con su entrega, pero sus compañeros no hicieron lo mismo.
El mediocampista surgido de las divisiones inferiores de River fue, junto a Martín Demichelis, la figura de la Selección Argentina. Ofreció un despliegue fenomenal y manejó la pelota con total claridad y precisión. Hasta lesionado siguió marcando el camino. Él sí merecía gritar campeón con la Albiceleste.
El planteo de Gerardo Martino no fue el acertado y dejó mucho que desear en la mayoría de los pasajes del partido. Jorge Sampaoli, entrenador de Chile, le ganó la pulseada táctica, y, a pesar de algunas situaciones de riesgo, Argentina nunca encontró el rumbo.
Fueron 120 minutos de mucha fricción, emotividad y nerviosismo. Un cotejo en el que no hubo goles y sí mucho roce y pierna fuerte. Luego, en los tiros penales, Argentina no tuvo la efectividad que sí mostró contra Colombia y volvió a perder una Final. Historia repetida.
+ La definición por penales:
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