Nos miramos entre todos antes de subir al avión. “Y sí, loco, ya fue”. Nadie lo dijo, pero todos lo pensaron exactamente así, yo los escuché nítidamente, al unísono. “Y sí, loco, ya fue”. Se levantó uno, todos adivinamos su intención, todos nos levantamos. Y empezamos a cantar.

La sala de pre-embarque de American Airlines era un reguero de pólvora de hinchas de River. Bastaba con que uno sólo tirara un cigarrillo encendido al piso o entonara la primera estrofa del “de la mano del Muñeco vamo a Japón” para que el aeropuerto se prendiera fuego. Nunca vi una cosa similar: de cada tres personas en Ezeiza, al menos una tenía indumentaria del CARP. Y habría otros de civil que tenían las mismas intenciones. En resumen: todos de River. Todos cantando en Ezeiza y en el avión, en el aire. Pobre Cata Díaz, que se le ocurrió irse de vacaciones en las vísperas del Mundial de Clubes. Para estar a punto de salir a descansar unos días, acaso al Caribe, tenía cara de pocos amigos. Que disfrute de sus vacaciones: otros tienen la mala fortuna de tener todavía algunos compromisos antes de las fiestas de fin de año. Qué envidia te tenemos, Cata.

“¿Por qué tienen todos la misma ropa?”, preguntó una portorriqueña que organizaba la fila de migraciones al llegar a la conexión en Nueva York. No, no lo iba a entender. El escudo de River, hoy, en el mundo vale como un pasaporte. Todas las oficinas migratorias de todos los aeropuertos del mundo lo están viendo pasar. Bien podrían armar filas especiales ¿Por qué tantos argentos con destino final Japón? Acá, en NYC, donde espero unos días para viajar hasta la tierra de Oliver Atom, hay varios que están en la misma. Los identificás por la calle. En estos momentos hay miles de hinchas de River desperdigados por el mundo para confluir en un mismo lugar en un par de días. Estados Unidos, Europa, Dubai, China: todas las flechitas irán a Osaka, una ciudad que no tendría mucho de especial si no jugara la Gallardeta en menos de una semana.

Acá, en la previa en Nueva York me encuentro con los chicos de la filial local de River. Viajan en unos días. Así como lo harán decenas de filiales distribuidas por todo el globo. Están en la misma. Todos. Señores, el planeta es nuestro. Siempre lo fue, y ahora lo palpamos. River es local en todos lados, ser hincha de River es ser ciudadano del mundo. El mundo es nuestro. Y, con un poco de viento a favor, será literalmente así después del 20 de diciembre.

+ “No queremos pasar por pasar, sino haciendo algo vistoso”.

+ “Debo estar bien y el club debe necesitarme”.

+ En la tierra prometida.

+ “Como si fuera el último partido de nuestras vidas”.

+ Los hinchas copan el aeropuerto de Ezeiza:

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