"Ramirazo" y "No fue corner" fueron conceptos tendencia en todo el país luego de lo ocurrido el 30 de marzo del 2014 en la Bombonera. Aquel domingo de campo de juego muy pesado por la fuerte lluvia que había caído en las horas previas, River se impuso en los minutos finales por 2-1 sobre Boca y había conseguido una victoria fundamental para alzarse con el Torneo Final de aquel año un par de meses después.

Luego de un primer tiempo muy parejo y sin demasiadas emociones, en el comienzo del complemento Manuel Lanzini recibió en la puerta del área un gran pase de Teo Gutiérrez, quedó mano a mano con Orión y definió de manera espectacular para abrir el marcador del Superclásico.

Promediando la segunda mitad un tiro libre perfecto de Riquelme dejó sin chances a Barovero, y el empate parecía ser inamovible del marcador definitivo, pero sobre el final iban a llegar las grandes sensaciones para River. A los 40 minutos del segundo tiempo, Lanzini pelea una pelota con Grana y pareciera que el último que la toca es el lateral derecho de Boca, aunque ninguna imagen llega a ser clara.

Pese a las dudas y a los reclamos de varios de los futbolistas del equipo dirigido por Carlos Bianchi, el árbitro Néstor Pitana marcó tiro de esquina y allí llegaría la jugada decisiva del partido. Manu tiró el centro, y Ramiro Funes Mori se aprovechó de una muy mala salida de Orión para estampar de cabeza el 2-1 y silenciar a todo el estadio rival.

Con esa victoria fundamental, River se ponía como escolta en la tabla de posiciones, y le sirvió como inyección anímica para quedarse con el Torneo Final 2014, de la mano de Ramón Díaz. Fue el último logro a nivel ligas locales que consiguió el Millonario, y además aquella vuelta olímpica le permitió obtener un lugar en la Copa Libertadores 2015, donde también se consagraría campeón.