Una inoportuna sobrecarga lo dejó afuera del partido de Reserva ante Godoy Cruz. Larrondo admite que pasa un momento complicado, pero con más fuerzas que nunca, asegura que va a dar pelea.

Llegó a River a mediados de 2016 arrastrando una lesión en los meniscos de su época en Central. A fin de ese año, sin haber podido jugar mucho, debió someterse a una nueva operación. Volvió en el verano para jugar los amistosos ante San Martín de San Juan e Independiente Rivadavia, pero un desgarro lo sacó nuevamente de las canchas. La idea era que comenzara a tomar ritmo en la Reserva. No fue posible. En la entrada en calor de lo que hubiera sido su primer partido, sintió una sobrecarga y prefirió no arriesgar.

“La idea era sumar minutos porque en la semana había entrenado bien, pero se me cargó el aductor y con los médicos decidimos no jugar por precaución. Prefiero esperar una semana más y no estar quince o veinte días afuera”, le explicó Marcelo Larrondo a La Nación sobre lo sucedido en la previa del encuentro ante Godoy Cruz. “Tuve las mismas sensaciones que cuando sufrí la última sobrecarga, hace unos diez días. No quería arriesgar, y más sabiendo que para los juveniles del club es importante jugar en la Reserva y para nosotros sirve básicamente para sumar minutos. No quería restar en ese sentido. Y, obviamente, no quería exponerme a tener que estar más tiempo parado”, agregó.

Esta nueva dolencia nada tuvo que ver con la lesión que lo tuvo a maltraer en 2016: “En la rodilla no tuve nada por suerte. Se viene portando bien. Eso te da bronca porque pasé por un momento crítico en la rodilla, no podía salir adelante, y ahora que está bien, vienen estas cosas pequeñas. Pero ahora no hay que bajar los brazos, y sí seguir pensando en positivo”.

La imposibilidad de jugar y demostrar en la cancha lo golpea, pero a Larrondo le sobra confianza para superar el mal momento: Si no te dijera que estoy un poco bajoneado, te mentiría. Después de tantas cosas que me venían pasando, quería jugar y el domingo no pude. Pero tengo el apoyo de todos: de mi familia, de mis compañeros, de los directivos y del cuerpo técnico, que es lo más importante. Y con la ayuda de todos estoy confiado en que voy a salir adelante”.

“Se dijeron tantas cosas que si uno no es fuerte de la cabeza, no sale adelante. Lo demostré cuando se dijo que no iba a poder jugar nunca más y después me volví a entrenar con el grupo y tuve la posibilidad de jugar ante San Martín de San Juan e Independiente Rivadavia. Tal vez estas contracturas o mínimas distensiones que a veces me afectan al aductor o a un isquiotibial son por tanta falta de juego o con haber estado tanto tiempo parado. Así que bueno, a la gente que me quiere retirar, no hay que darle bola y hay que seguir adelante”, concluyó.

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