Marcelo Gallardo y River son, de alguna forma, la comprobación empírica del efecto mariposa, ese proceso en el que pequeñas variaciones en las condiciones iniciales de un sistema pueden generar resultados significativamente diferentes en el futuro. Hace exactos 11 años, el Muñeco e reunió en San Pedro con dirigentes de Newell’s, a quien les iba a dar el sí ante la propuesta de ser su DT, hasta que un mensaje de Enzo Francescoli en ese preciso momento lo cambió todo.
Hacía cuatro años, Gallardo había anunciado su retiro como futbolista profesional y en ese tiempo se formó como entrenador. Viajó, habló con los hombres más respetado en el oficio. Vio fútbol alrededor del mundo hasta que entendió que estaba preparado y comenzó su etapa como entrenador en Nacional de Uruguay, donde se coronó campeón. Aquello llamó la atención en la Argentina y fue Newell’s el primero que, de manera concreta, lo fue a buscar mientras River celebraba su consagración en el torneo local con Ramón Díaz en el banco… hasta que, de forma inesperada y en cuestión de horas, pegó un portazo y se fue.
El panorama era completamente desalentador. ¿Quién después de Ramón? Pocos, casi nadie, imaginaba lo que vendría después. Por si acaso, apena una persona: Enzo Francescoli. Fue esa misma tarde, cuando Gallardo estaba por darle el sí a La Lepra, que recibió el siguiente mensaje del uruguayo: ”Hola, Marcelo, ¿cómo estás?”. .
Así empezó todo
Los detalle de esa historia, lo que ocurrió en aquella histórica jornada del miércoles 28 de mayo de 2014, fueron artesanalmente contados por el periodista Diego Borinsky en un libro imprescindible para todo hincha de River, llamado Gallardo Monumental.

Enzo Francescoli y el mensaje que inició la Era Gallardo en River.
Cuenta Borinsky:
El miércoles 28 de mayo, Marcelo Gallardo, Matías Biscay y Hernán Buján recorrieron los 155 kilómetros que separan a Buenos Aires de San Pedro, mientras Juan Luis Berros Sebastián Cejas y Jorge Ricobelli, entonces vicepresidente de La Lepra lo hicieron desde Rosario. Estuvieron reunidos cerca de cuatro horas y la gente de Newell’s quedó entusiasmadísima con el Muñeco y su proyecto. La pelota pasó a estar bajo la suela del que siempre la trató tan bien. “De River no tenemos nada, danos unos días y el lunes les contestamos”, le dijo Berros a Ricobelli en un aparte, cuando ya todos se habían levantado de sus sillas y la reunión estaba a punto de desintegrarse, pero unos segundos después, cuando se acercaba a despedirse, escuchó que el propio Marcelo -expeditivo sin vueltas, decidido-le decía a Cejas: “Mañana hablamos”. Berros lo agarró del brazo cuando salían…
–Le dije a Ricobelli para el lunes, así ganamos tiempo, ¿para qué apurarse? -le comentó el abogado, con absoluta lógica.
–Si River realmente me quiere, me llamará hoy-le replicó el Muñeco, también con absoluta lógica, y expresan- do el convencimiento y la determinación que muy pronto se harían visibles para todo el ambiente futbolero. También porque estaba un poco harto del franeleo de las últimas negociaciones que lo habían dejado con las manos vacías.
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Marcelo Gallardo, en 2014, cuando asumió en River.
De regreso a Buenos Aires, Marcelo tenía prevista una parada más a mitad de camino, kilómetro 76 desde la Capital. ¿Destino? Hotel Sofitel, en Cardales. ¿Motivo? Visitar a sus amigos Mario Yepes y Radamel Falcao, que se encontraban alojados allí con su selección, en la concentración previa a la Copa del Mundo de Brasil (Falcao, finalmente, sería desafectado unos días antes del viaje).
Casi en el mismo momento en que se subía a su auto, apenas pasadas las 5 de la tarde de aquel miércoles 28, Ramón Díaz se sentaba en el microcine del Monumental para brindar su monólogo de despedida. Duró cuatro minutos y 16 segundos. Se lo notó nervioso al trastabillar con algunas palabras. Agradeció a todos, incluidos a los dirigentes (“me dieron todo el apoyo”), un detalle que tenía preocupados a quienes habían tomado las riendas del club hacía 6 meses porque no estaban dispuestos a pagar ningún costo político por una decisión que ellos no habían tomado ni tenían deseos de tomar.
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Luego remarcó que se trató de una decisión personal y le dio la palabra a Francescoli para que se explayara sobre el camino que iban a recorrer de allí en más. “Trataremos de seguir adelante, los jugadores han sentido el impacto, pero lo más importante siempre es el club. Sé que estarán ansiosos pero nosotros debemos tomarnos un tiempo y pensar con tranquilidad, no tenemos apuro”, sintetizó Enzo (sin sospechar que Marcelo Gallardo tenía otros planes u otro apuro).
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Marcelo Gallardo y el mensaje de Enzo Francescoli: ”Me gustaría que…”
A esa hora, el futuro entrenador de River tomaba un café en el Sofitel con Biscay, Buján y sus dos amigos de la Selección Colombia. Pasadas las siete de la tarde, recibió un whatsapp del hombre que había comparecido ante los medios unos instantes antes.
–Hola, Marcelo, ¿cómo estás? Ya sabrás que se fue Ramón. Me gustaría que nos juntemos el lunes para hablar, ¿te parece? – le propuso Enzo.
–Enzo, vengo de reunirme en San Pedro con la gente de Newell’s y quedé en contestarles mañana – lo puso en autos el Muñeco.
–¿No podés dilatar la respuesta para la semana que viene? La idea es tomarnos esto con tranquilidad -le sugirió Enzo.
– No puedo ni quiero, Flaco, porque estoy decidido a trabajar y Newell’s me interesa, te digo la verdad -lo apuró Marcelo, a quien realmente la propuesta lo seducía.
–Bueno, esperá, te llamo en 10.
Francescoli habló con D’Onofrio, luego con Patanian. Y llamó a los 5 minutos.
-Nos vemos mañana a las 11 de la mañana en la casa de Patanian. Ahí te paso por whatsapp la dirección-sintetizó Enzo.
Nueve días después, Marcelo Gallardo fue presentado como entrenador de River.