Existe un axioma que trasciende al fútbol, pero que danza perfectamente con lo que emerge del verde césped: “Cuando algo se repite es cualquier cosa, menos casualidad”. Y así como es justo reconocer los méritos de Platense para tejer telarañas, también es sensato subrayar que River acumuló otra decepción,
en casa y ante uno de los presupuestos más bajos de la categoría. No pelear certámenes hasta el final es un patrón que se está extendiendo peligrosamente. Ese es el contexto real, sin soslayar que el impacto duele más porque el equipo lo padeció en su mejor secuencia de la temporada. Sin embargo, anclar pura y
exclusivamente en eso es rendirle culto al conformismo. Y River también es el Más Grande por la altura donde figura su vara de exigencia.

ver también
River vuelve a entrenar tras la eliminación: la agenda y qué se le viene
Contexto y equilibrio son las contraseñas ideales de cualquier análisis futbolero, ya sea para un partido, un ciclo o un semestre. Son herramientas que en estos tiempos extremistas están en desuso. Los argumentos suelen pasar de largo, convirtiendo a una opinión en un simple huracán de palabras tratando de cazar el
humor y las simpatías del hincha de turno, cualquiera sea su postura. River venía jugando muy bien. Acumulaba 7 cotejos hasta con tramos de brillo y excelencia. A la eficacia le había agregado casi todo el kit de seducción completo que le demandamos al Más Grande. Ganar, gustar y golear. Se quedó con el superclásico. Rindió en casa y a domicilio. Selló boleto a octavos de la Libertadores antes de la jornada final. Además, mostró ante IDV un sello distintivo de los equipos de Gallardo: la voracidad. Pero no dejan de ser 7 partidos y recién en el segundo semestre sabremos si fueron el inicio de la ruta al éxito o un
veranito.

River tuvo una noche para el olvido ante Platense.
No ignoro las características del torneo. Premia y castiga rachas. En este espacio siempre se mencionó que el formato era tramposo a la hora de definir un campeón sin discusión. También para clasificar a las copas. Cuando se navegaba en la mediocridad, era para rendirle pleitesía al diseño. Cuando el certamen ejecuta su zancadilla en el pico de rendimiento, lo más fácil es patalear y hacer berrinche. En cualquier caso, son las leyes del juego. Y son las mismas para todos. Para que el duerme entre millones como River y para el que cuenta las monedas al despertarse como Platense.
Varias de las competencias de clubes y selecciones más importantes del mundo se deciden así, con una fase clasificatoria y llaves, así que eso de que esto es impresentable y bla bla es más una venta de humo que otra cosa. De lo contrario, que todas las instituciones (River incluido) devuelvan los Nacionales de
Primera División de los 70’s y 80’s que se disputaron de manera similar.
Así como no es lo mismo despedirse del torneo jugando como la primera parte del año, con menos goles que partidos disputados y un nivel subterráneo, que irse tras convertir 23 tantos en 7 cotejos, también es hacerse trampa no mirar todo el mapa, que es, en esencia, registrar todo el segundo ciclo de Gallardo y los últimos pasos del primero.

ver también
Revelan que River no practicó penales antes de jugar contra Platense
La parte
La dupla Orsi – Gómez acumula 4 duelos contra Gallardo. No perdieron nunca. Un agregado sustancial: lo desdibujaron siempre. Le ganaron 2-0 con Godoy Cruz en el Monumental y le empataron 3 veces con Platense, una estructura con una materia prima que cotiza a años luz de la de River. En esos 4 cotejos, el
Millo facturó apenas dos goles, ambos en los últimos minutos y uno de penal. El fútbol argentino carga con un gen competitivo único. No otorgar méritos a los jugadores y cuerpo técnico de Platense es injusto.
Anclar pura y exclusivamente en lo que no pudo construir River sin preguntarse cuánto tuvo que ver el rival es un error. Pero también lo es minimizar lo que pasó el martes en el Monumental.
Anoche, a River le faltó capacidad de ajuste. Anoche, potenció el campo de fuerza que propuso el adversario. Platense quiso que River fuera por los costados y el Más Grande se olvidó de las calles centrales para generar y perforar. Muchas veces, la línea recta entre Enzo Pérez y Driussi estuvo desierta. River volvió a ser ese equipo solidario con los sponsors: jugó más cerca de los carteles publicitarios que del área contraria.
El Millo se limitó desde sus laterales. Acuña exhibió un ritmo cercano al comienzo de la temporada y leyó mal el juego salvo excepciones. Caminó el partido. Con Colidio tan abierto, muy pocas veces entendió que la receta estaba en cortar en diagonal. Jamás cambió el ritmo, con o sin pelota. Bustos es una cosa cuando se incorpora a una orquesta que funciona y otra cuando su responsabilidad es mayor y debe asumir obligaciones y dejar de ser un actor de reparto. Es un lateral que marca mal y siempre le ofrece ventajas al rival. Los centrales tampoco ofrecieron garantías.

River no tuvo generación por el medio vs. Platense.
A veces, 10 metros más acá o más allá hacen la diferencia. Gallardo optó por no modificar el numerito táctico ni las características de los intérpretes hasta que el reloj comenzó a pesar en la mochila. Y, aún así, se guardó dos cambios. Confiar en los protagonistas del mejor River del año no está mal, pero el equipo
no tuvo matices. El ingreso de Borja era sentido común puro, pero partir al colectivo en dos con Nacho como único nexo y sin el liderazgo en la tormenta de Enzo Pérez, no.
River no sometió a Platense. Tampoco se vio perjudicado por fallos arbitrales. Más bien lo contrario. En un momento convivieron Borja, Driussi, Colidio y Mastantuono y el único que pisaba el área rival era el colombiano. Castaño tiene a favor su capacidad de tocar y moverse, pero lo hace en una quintita de 20
metros. Como venimos marcando, debe extender su radio de influencia. Mastantuono jugó muy abierto y no tuvo socios para el 2 contra 1. Las únicas veces que fue peligroso fue cuando se cerró, simplemente porque dejó de tener pegado a Silva y le apareció alguna opción de pase. No le podemos pedir a un pibe de 17 años que sea siempre la solución.
El todo
Es muy peligroso que el presente nefasto de Boca se termine convirtiendo en una de las mejores noticias para River. O que sea una suerte de alivio para calmar desilusiones propias. River es mucho más grande que eso y que los resultados recientes en los superclásicos. Así como hay que resaltar que River venía jugando muy bien, sería saludable entender que los malos resultados no son rasgo exclusivo de este semestre.
Gallardo es el entrenador más importante de la historia de la institución. Por lo que consiguió y por cómo lo consiguió, pero la realidad de sus últimos años es la siguiente:
- Eliminado en octavos de final de la Copa Argentina 2021 ante Boca sin marcar goles.
- Eliminado en cuartos de final de la Libertadores 2021 sin marcar goles en ninguno de los dos partidos contra Atlético Mineiro (casi que no generó chances de gol).
- Eliminado en cuartos de final de la Copa de la Liga 2022 (primera instancia) ante Tigre, de local y en los 90 minutos.
- Eliminado en los octavos de final de la Libertadores 2022 ante Vélez, sin marcar goles en ninguno de los dos partidos, bailado en la ida, definiendo de local y casi sin generar chances de gol más allá de la polémica por el anulado a Matías Suárez.
- Eliminado en cuartos de final de la Copa Argentina 2022 contra Patronato.
- Eliminado en semifinales de la Libertadores 2024 ante Atlético Mineiro sin marcar goles en ninguno de los dos partidos y casi sin patear al arco.
- Derrota en la Supercopa Internacional ante el peor Talleres de los últimos 10 años (un equipo que ganó 3 partidos de 23 en el año y quedó eliminado de la Copa Argentina ante un equipo de la B Metropolitana).
- En Arabia encadenó eliminaciones ante Al Hilal en King’s Cup, Saudi Arabia Super Cup y cuartos de final de la AFC Champions Elite.
- No peleó la liga en Arabia, tampoco la liga 2022 en River, tampoco la liga 2024 en la cual dirigió casi el 70% de los partidos tras la salida de Demichelis.
- Quedó eliminado en cuartos de final, de local y ante Platense en el Apertura 2025.
- Solo en River gastó más de 70 millones de dólares en refuerzos.
Las respuestas a la falta de éxito no pueden ser siempre los planteos del rival o salir a comprar jugadores por decenas de millones de dólares. Cuando River conquista trofeos, es virtud de Gallardo y de los jugadores. Cuando no cumple los objetivos, debe ser igual. Equilibrio.

ver también
Matko Miljevic, figura de Huracán, habló sobre el interés de River y elogió a Gallardo
Los penales
Entiendo perfectamente la síntesis que hizo Gallardo en conferencia de prensa sobre los penales. Las comparto. El escenario varía considerablemente y el estado de ánimo y la confianza no se entrenan, pero la práctica sí mejora los resultados. Y ahí está el déficit. El maestro Roberto De Vicenzo, una tarde que le consultaron si tenía suerte, respondió: “Sí. Tengo mucha suerte. Y cada día practico para tener más suerte”. Es hora de que River se tome los penales en serio y al menos los practique con continuidad. Todos los torneos importantes de la temporada lo plantean como una alternativa de definición. Es valorable la mejoría de Armani. Quizás, por eso, duele más.
No es un ítem para achacarle solamente a esta gestión. River marcó apenas 8 de los últimos 20 penales que pateó en tandas, pero a través de su historia cayó en 32 de las 51 definiciones que protagonizó (el 62,74%).
El futuro
River tiene una base óptima desde donde proyectar el resto del año y es la de estos 7 partidos previos a Platense. Allí radican las principales pistas y certezas. Seguramente faltarán refuerzos en funciones determinantes (se podría salir de la manía de buscar siempre a los ex) y una mejoría en lo físico porque no
puede haber tantas lesiones. No es lo mismo este equipo a lo que era hace un mes y medio, pero también es un error no mirar toda la película y elegir escenas por conveniencia. Todos queremos lo mejor para River. Yo soy crítico de los últimos años de Gallardo, pero también confío en su capacidad. Ojalá, cuando
hagamos el balance al final del año, estemos hablando de que estos 7 partidos fueron un punto de partida para festejos importantes y lo de Platense un partido más.