River juega mal y lamentablemente ya no es noticia. Esta frustración que nos genera ver de esta manera al equipo no nació anoche tras el empate en un gol con Sarmiento en Junín. Nos viene acompañando y la venimos sintiendo desde hace mucho tiempo. Es cierto que se va potenciando partido a partido. Que en lugar de mejorar con el paso de los meses, va empeorando. Que lo que debería ser un proceso que vaya de menor a mayor esta sucediendo a la inversa. Y eso que no logramos identificar con claridad cuál fue el “mayor” en todo este recorrido. Son muchos partidos donde nos queda el mismo sabor amargo.
Para hablar de un River que juegue como nos gusta y nos identifique tenemos que irnos dos años atrás. El campeón del 2023 fue la última reseña verdadera de un equipo con ADN River. Pasó demasiado tiempo. Todo lo que vino después de ese titulo, naufragó en esa mediocridad futbolistica a la que le tenemos alergia. El 2024 fue duro y complicado. Confiábamos que este 2025 sería diferente. Nos entusiasmamos con los refuerzos que iban llegando, con el armado de un gran plantel y con la promesa de Marcelo Gallardo sobre el cambio que se iba a notar luego del descanso necesario y la pretemporada deseada. Nada de eso sucedió hasta ahora. Un rato con Independiente en el triunfo por 2 a 0, un muy buen partido en el Estadio Monumental en la victoria ante Atletico Tucuman y el primer tiempo en Perú en el debut por Copa Libertadores frente a Universitario. No hay mucho más para destacar. Ni siquiera podemos hablar de un equipo con altibajos. Estos casos mencionados podrían ser los puntos altos del año. Los bajos son muchos mas y reiterados.

River no dio la talla ante Sarmiento de Junín. (Foto: Getty).
¿Qué le pasa a River?
Es la pregunta que nos hacemos todos los días. Podemos elaborar un montón de pensamientos. Llegar a muchas conclusiones. Hasta animarnos a alguna sentencia. Lo cierto es que la respuesta exacta no la tenemos y quienes deben tenerla aún no dan con el diagnostico y la receta correcta. Durante todo este torneo, Gallardo se fue sentando en cada conferencia de prensa a explicar porque su equipo juega mal pero no encontró las soluciones para modificarlo al partido siguiente. Harto ya de sonar reiterativo en su discurso, es muy posible que haya decidido suspender el contacto con el periodismo post Sarmiento por estos motivos. Para saber y darse cuenta cómo juega River no hay más que mirar los rostros y los gestos del Muñeco durante los 90 minutos. Su expresión facial es el mejor termómetro para comprobar que el equipo no rinde como él pretende. De afuera notamos su responsabilidad en este momento de poco brillo.

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Malas decisiones, esquemas que no funcionan y la elección de jugadores que no responden son sus principales fallas en esta etapa. Conociendo al DT de su paso anterior, es llamativo como no logra mejorar o modificar algunos de esos aspectos negativos que se mantienen semana a semana. Actuaciones como estas del 2024/25 también se dieron en su primer ciclo. La diferencia es que no eran con tanta frecuencia y continuidad. En aquellos años lo que no funcionaba se arreglaba. Hoy esto no pasa. No creo que el Muñeco haya perdido su sabiduría y capacidad de trabajo. Sigo creyendo y confiando que es el mejor entrenador que tiene nuestro futbol y que puede tener River. Estoy seguro que debe seguir viendo y sintiendo de la misma manera. Lo distinto es que antes sus equipos reaccionaban y ahora permanecen dormidos. ¿Su exigencia habitual es mucha para este grupo de jugadores que no tienen la cabeza de aquellos? ¿Pretende hacer algo que sus dirigidos no pueden? O lo que sería más grave ¿Sus convicciones anímicas, fisicas y futbolisticas de siempre no son absorbidas por este plantel?. Solo Gallardo con lo que observa y respira en cada entrenamiento sabrá cual es la respuesta acertada a cada pregunta. Repito. No creo que un DT tan exitosos pierda su lucidez tactica y mentalidad ganadora de un día para otro.
Los jugadores también son responsables
Y si esto es así, ahí es donde entra la responsabilidad de los jugadores de River. Esos que no están dando la talla en todo este tiempo. Frente a Sarmiento jugaron mayoría suplentes demostrando estar en la misma sintonia que los titulares. Nadie hace algo diferente ni siquiera para aprovechar la oportunidad de mostrarse y ganarse un puesto. No se ve esa impronta que debería tener cada uno que se ponga esta prestigiosa camiseta. Ninguno nos salva. Nadie va al rescate del equipo. No hay uno que maquille desde sus acciones la falta de funcionamiento colectivo. A River le falta ese jugador diferente que te gane un partido. No tiene un crack. Quizás lo sea Franco Mastantuono, pero nunca olvidemos que este chico lleno de talento tiene sólo 17 años. Lo mismo con Ian Subiabre. Juegan bárbaro pero es lógico que desde su juventud e inmadurez futbolisitca tengan malos partidos. Hasta posiblemente les falte todavía un golpe de horno mas para consolidarse en Primera. Ellos no deben ser los salvadores de un equipo que juega mal. Esa responsabilidad deberían asumirla otros.

Gallardo no termina de encontrarle la vuelta al equipo.
El problema es que no hay apellidos que entusiasmen. Algunos parecen estar desgastados por el paso del tiempo y otros siguen sin aparecer en el nivel que creemos pueden llegar a tener. No hay rebeldía futbolistica. Falta ese desequilibrio individual. El jugador que se anime al uno contra uno. Hay ausencias de gambeta y remates al arco. Salvo Franco Armani (a quien solo falta pedirle que haga goles) todas las demas individualidades están por debajo de las expectativas. Nadie reacciona. Si en vez de Junín, el choque con Sarmiento era en casa estos jugadores hubiesen escuchado nuevamente silbidos. Es necesario que eso les moleste. Que les toque el orgullo. Que demuestren que esa reacción del público les molesta. Que sientan deseo de callar las críticas periodísticas que hoy abundan. Si nada de eso los motiva y les da lo mismo no están para jugar mucho tiempo mas en este club.

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Ahora vendrá Barcelona por la segunda fecha del grupo de Libertadores. Será a cancha vacía por una ridícula sanción de Conmebol. Es una buena oportunidad para confirmar que hay una mentalidad diferente en los partidos de Copa. Ese famoso chip que se activa en el plano internacional y que no encuentra señal en el ámbito local. El martes habrá que mostrar esa autoridad y sumar otros 3 puntos para recorrer sin problemas el camino a los octavos de final. Deseamos ver un River mejorado, ambicioso y ganador. No nos gusta lo que vemos. Lo expresamos desde una honestidad riverplatense que no negocia la falta de identidad futbolística. Somos felices cuando gana pero mucho más cuando lo hace jugando bien. Paciencia tenemos pero exigimos lo que nos prometieron: Un equipo protagonista y ganador. Ojalá aparezca pronto. Por ahora seguimos esperando.