“Aprovechando cada ocasión, mi chance es hoy”, dicta el verso de una de las canciones más conocidas de la banda “Attaque 77”. Y asimismo es una frase que puede graficar a la perfección la sensación que hoy puede estar rondando en la cabeza del colombiano Miguel Borja, quien con las llegadas de Seba Driussi y luego de Maxi Salas corría en el último lugar de la fila pero en estas semanas sin ellos pasó a la cabina del maquinista para manejar su propio tren y su propia suerte.
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A partir del encuentro de mañana frente a Independiente se vienen 12 días determinantes para el futuro de River en este 2025, con una serie de Copa Libertadores que nos encuentra en levantada desde el fútbol y la confianza respecto al final del semestre pasado con Mundial de Clubes incluido, pero todavía acomodándonos con las últimas piezas que tienen que terminar de encastrar, que son los refuerzos, y afrontando bajas muy importantes en la delantera. En ese contexto Borja sabe que será el 9 titular del equipo no solo en Avellaneda, sino seguramente en los dos partidos ante los paraguayos.
La banca de Marcelo Gallardo fue total e incondicional post victoria en Santiago del Estero el pasado sábado, en lo que fue una muy buena actuación de Miguel jugando para el equipo de espaldas y con muy buenos movimientos sin pelota, pero quizás también atravesando la peor noche de su carrera en la definición, donde falló sensiblemente y demasiadas veces en lo que es su gran fuerte: la pelota dominada dentro del área para terminar las jugadas.
La otra imagen que grafica su realidad en el club, más allá de esa gran banca del Muñeco y hoy por hoy de una minoría de hinchas, es que el grueso del público riverplatense está en modo hartazgo irreversible con él. Para muchos la gota que rebalsó el vaso, más allá de un 2025 de pocos goles y bajos rendimientos en general, fue aquella serie contra Atlético Mineiro donde su actitud estuvo muy desenfocada respecto a toda la expectativa y el contagio que había impuesto el público riverplatense tanto en la previa como en el durante, donde Miguel pareció no haberlo procesado nunca nada bueno de manera efectiva.
Con un futuro deportivo incierto, un contrato que vence con River el 31 de diciembre de este año, y sin charlas formales de renovación de por medio, pareciera que todos los caminos de Borja conducen a una salida como jugador libre a fin de año, salvo que reavive una versión suya similar a la de buena parte del año pasado donde prácticamente todo lo que tocaba terminaba en gol. ¿Será el mano a mano contra Libertad su última posibilidad con la banda roja de reencontrarse con el goleador letal que Gallardo fue a buscar en el 2022? Pareciera que sí.
Borja y su esquiva historia con River en la Libertadores
El Colibrí es el cuarto máximo goleador de la historia de la Libertadores con 31 tantos, y ya sabe lo que es levantar el trofeo más prestigioso de América. Entiende perfectamente lo que nos estamos jugando en estos días, pero es cierto que en su paso por River nunca ha podido ser determinante en el torneo que desvela a los hinchas. En 2023 jugó cero minutos en la serie contra Inter que nos dejó afuera en octavos de final, bajo la conducción de un Martín Demichelis que prefirió confiar en Salomón Rondón y en Lucas Beltrán. Mientras que en 2024 solamente aportó un gol en fases mano a mano, frente a Talleres en el Monumental, y luego tuvo series bastante desaprobadas ante Colo Colo y Atlético Mineiro.
“Y lo demás, francamente no importa”, dicta otra de las reflexiones de aquella canción insignia de la banda rockera de nuestro país. Es que es así. Todos los contextos y el pasado reciente puede y debe quedar de lado. Lamentar a los lesionados no nos sumará en nada, y hacerlo jugar a Borja inundado de murmullos tampoco, más aún sabiendo que es un futbolista que depende mucho del factor anímico. Ojalá Miguel aproveche esta gran chance. Ojalá ese tren que le toca manejar lo lleve hacia la estación de recuperar la confianza plena, porque el único beneficiado de todo eso será River.
