Después de seis años pisamos el mes de septiembre vivos en todas las competencias posibles, y con grandes y hermosos desafíos por delante. El acontecimiento deportivo por sí solo es espectacular porque genera una expectativa enorme, pero este River es tan complejo de analizar desde todos los frentes que el optimismo y la confianza no van de la mano con las circunstancias favorables desde los resultados donde estamos parados de cara al último trimestre del año.
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La mayor virtud de este River es que es un equipo absolutamente cumplidor de objetivos, una capacidad que no es poca cosa en el contexto de un fútbol tan parejo. Pero a la vez sentimos que por este camino futbolístico hay enormes posibilidades que esto sea pan para hoy y mucho hambre para mañana. Agosto planteaba desafíos donde cualquier tropiezo derivaba en un nuevo papelón imperdonable, y allí se desnudaron cuestiones tan esperanzadoras como sumamente preocupantes.
Sin menospreciar a nadie sino entendiendo el potencial que tenemos, no podíamos quedarnos en el camino contra un rival como Libertad de Paraguay y ni siquiera debimos sufrir tanto, y también hubiera sido un tropiezo significativo quedar eliminados contra Unión que es un muy buen equipo pero donde claramente por instancia y con Racing esperando a la vuelta de la esquina no debíamos tropezar.
Quedó claro en esas dos clasificaciones que caminamos demasiado sobre una soga a mil metros de altura y sin protección, porque estuvimos realmente a nada de perder en ambos casos antes de los penales. Pero acá es donde sí elijo mirar la mitad del vaso lleno porque hay cuestiones que pueden y deben servir de inflador anímico. Porque el carma que veníamos atravesando por penales pasó a ser un desahogo hermoso dos veces consecutivas en 7 días después de más de 6 años seguidos de angustia en la materia con 8 eliminaciones seguidas, como si se tratara del colmo de los colmos.
Y que hayan sido dos definiciones juntas favorables marca por sobre todas las cosas que la primera no fue casualidad, y sobre todo que el monstruo del arco que tenemos se perfeccionó de manera asombrosa desde el oportunismo y también desde la personalidad, donde hasta se lo vio interpelando cara a cara a los rivales antes de algunas ejecuciones.
Los tres que marcan el camino a seguir
Más allá del factor Armani que nos ha rescatado desde un posible fondo de todos los mares a lo largo de este año, vale la pena armar un podio para destacar a otros dos futbolistas que también supieron marcar el camino. Uno por su levantada absoluta desde lo futbolístico y también desde la garra y la personalidad, que viene siendo Marcos Acuña. El Huevo está totalmente amoldado y demostrando el verdadero nivel de un campeón del mundo.
El otro por su contagio y por lo que cambia el equipo con él en cancha, que es el señor Maximiliano Salas. Hacía décadas que River no tenía un delantero que se lleve absolutamente todo por delante sin perder el concepto y la claridad para terminar las jugadas. Y en un contexto de equipo que le cuesta fluir y generar juego, tener un tipo al que le podés tirar la pelota desde cualquier lado y saca chances de gol de la galera es un regalo del cielo.
El Muñeco habló sin tapujos de un rendimiento general de 5 puntos, que hasta ahora alcanzó para seguir adelante en todos los frentes. Con 5 se aprueba en la mayoría de las facultades existentes, pero no es una calificación que en el fútbol sirva para promocionar materias, y el Muñeco lo sabe mejor que nadir y por eso es autocrítico consigo mismo. Esto no alcanza ni ilusiona, y menos en un club como River, donde se empieza a aprobar recién con 6 o con 7 y donde se busca siempre llegar al 9 o al 10, más cuando estamos hablando de un plantel con muchas grandes estrellas y por el cual también se invirtió una suma multimillonaria. De mínima este equipo debe demostrar una superioridad ante el 90% de los equipos del fútbol argentino, cuestión que ha ocurrido solo a cuentagotas a lo largo de este año, y eso ya a esta altura roza lo imperdonable.
Los números en frío muchas veces no dicen nada en el fútbol, pero muchas otras grafican ciertas cuestiones a la perfección. River frente a San Martín de San Juan llegó a los 40 partidos oficiales en este 2025, y la estadística es sumamente particular y concreta. El equipo ganó y empató la misma cantidad de encuentros, 19, y eso también marca una concreta irregularidad más allá de la muy buena cosecha de solamente dos derrotas en el año, ante Estudiantes en el Monumental y frente a Inter en el Mundial de Clubes. El dato que sí es muy valioso para rescatar es el invicto en condición de visitante, ya que la caída ante los italianos fue en campo neutral.
Septiembre será el mes de los grandes desafíos contra Palmeiras y donde será la última chance para demostrar que se puede dar un salto de calidad. Porque los brasileños serán esa clase de rival que jamás te perdonarán si tienen la posibilidad de darte el golpe de gracia como sí lo hicieron Libertad y Unión. Por supuesto que coincido con la mirada del Muñeco en que ellos están igual de preocupados porque les tocó River, pero hoy por hoy la ilusión del hincha está en jaque y a pocos movimientos del mate. Quedan 16 días para reaccionar de una vez por todas y para empezar a encontrar desde el funcionamiento y la identidad al River que todos queremos.
