River despachó a Vélez 4-1 y enlazó dos funciones de excelencia, especialmente si anclamos en los rendimientos de las etapas iniciales, con plenitud física para acompañar la idea de juego y la actitud. No es casualidad. Es la continuidad de un proceso que comenzó hace un mes, que evidenció algún vaivén, pero que, en esencia, es lo que estacionó al equipo en el segundo escalón de la zona rumbo a los playoffs. Y tan o más importante aún: aterriza en la instancia decisiva con una imagen más acorde con la materia prima a disposición y las exigencias, tanto en funcionamiento como en eficacia. Vamos a analizar qué es lo que cambio, tanto en el juego como en los números, porque una cosa lleva a la otra.
1) MASTANTUONO DISPONIBLE
El valor de las individualidades siempre va a tener una incidencia notable sobre el colectivo. El fútbol jamás va a poder ocultar la importancia del talento que destraba ceros por gambeta, pegada o imaginación. River recién pudo contar con Mastantuono a partir del encuentro ante San Martín de San Juan. Es un detalle insoslayable. Ese día, el juvenil ya se hizo notar autografiando la red rival.
Maquillar falencias defensivas tiene kits de solución más fáciles de instalar. Arreglar la falta de circuitos de juego es más complicado. Uno puede compartir más o menos desde dónde parte Mastantuono, si pegado a la raya o más centralizado, pero lo cierto es que Gallardo no tuvo ese recurso hasta la séptima fecha.
En estas columnas siempre damos cuenta no solo de la calidad natural de Franco. También es para entusiasmarse su rebeldía ante los contextos y su casi nula relación con la duda. Mastantuono venía de no ser titular en el Sudamericano Sub 20. Llegó, limpió todo el spam que le pudo haber dejado ese mes con menos minutos y eficacia de la deseada y se hizo cargo de la camiseta más pesada.

Mastantuono tuvo un nuevo partido para celebrar: fue una de las figuras ante Vélez.
El pibe le aporta a River un nivel de desequilibrio, pelota parada y atención rival que repercuten en el colectivo. Mejora el volumen de juego general y ayuda a tejer sociedades. Por si fuera poco, convirtió 4 goles (igual que el resto de los mediocampistas del plantel en el año) y dio 3 pases gol para un equipo que arrastraba una anemia crónica de gritos y fantasía. Muchos de sus aportes no se reflejan en la estadística. Su menú en pelota parada trasciende al tiro libre directo, por ejemplo.
2) LA AUSENCIA DE SIMÓN
River exhibió su mejor versión de la temporada (y probablemente de toda la segunda etapa de Gallardo) en los pasados 30 días. El Más Grande facturó 12 goles en los últimos 5 cotejos. Entendamos el contraste: firmó 14 en los primeros 16. Simón no jugó ni un solo minuto contra Vélez y contra Boca, expresiones de gala del equipo mientras tuvo aire. River convirtió los 2 goles ante Independiente del Valle sin él en cancha. Le empató a Talleres cuando él salió. Yjugó apenas 58 minutos ante Gimnasia.
Menos Simón es mucho más River. En este último tramo anotaron goles Aliendro, Galoppo y Nacho Fernández. Simón registra apenas un gol desde marzo de 2023: sí, más de 2 años. Cualquier pieza del mediocampo ofrece más en juego, gol, valor defensivo y personalidad. No es la única respuesta a la mejora, pero es clave.

La ausencia de Simón mejoró a River desde el juego. (Foto: Diego Haliasz / LPM).
3) LA CONTINUIDAD DE DRIUSSI Y COLIDIO
El menú de delanteros de River incluye a Colidio, Borja, Driussi, Tapia y Subiabre. El tema es ver cómo combinan, sin soslayar las características de los adversarios. Por elección o por problemas físicos, el “Millo” recién consolidó convivencia de atacantes en los últimos 6 cotejos. En todos ellos arrancaron como titulares Driussi y Colidio. Técnicamente, los dos mejores. Y el equipo mejoró notablemente.
Antes de este tramo, no hubo continuidad. Cualquier combinación no inició más de 3 partidos seguidos (podríamos decir 2 si no incluyerámos los cotejos con Driussi, Colidio y Borja de arranque). La continuidad promueve al conocimiento y a todas esas pequeñas cosas que nutren a una sociedad futbolera y que repercuten en más recursos, en mayor riqueza para el equipo.
Driussi no solo desbloqueó su cuota goleadora, sino que ha mejorado considerablemente desde el aspecto físico, lo que convierte a River en un equipo que presiona mejor la salida rival y es más corto entre líneas. Sí, un delantero puede ayudar considerablemente a acomodar mejor a toda la estructura desde el punto de vista defensivo. Las características son inseparables de las ideas.

Driussi sigue marcando y está en estado de gracia.
4) LA MEJORÍA FÍSICA DE ACUÑA
Ayer no jugó, pero sería injusto negar su aporte en el crecimiento de River. Su mejor condición física le ofrece al equipo otro caudal futbolístico. El Más Grande dejó de ser una estructura chueca que era un rayo por derecha, con la profundidad sin pelota y el ritmo de pistón de Montiel, y una versión en slow motion del otro lado. Hoy, River tiene la posibilidad de amenazar por ambas bandas con el mismo peligro.
5) ESTE NACHO FERNÁNDEZ
En una de las últimas columnas citamos que River estaba sumando profundidad a su plantel. El promedio de edad conspira contra la batería de los jugadores. Tal vez el concierto de Nacho Fernández de anoche sea esporádico. Sería lo lógico. Pero que aporte minutos de calidad como lo venía haciendo es muy importante, no importa la duración del recital. Y la única manera de lograrlo es que reciba esas oportunidades en contextos propicios. Nacho no está para hacerse cargo, pero que esté apto para ser segunda guitarra según las circuntancias, aunque sea media hora por cotejo, es una excelente noticia.
Dato para tomar real dimensión de estos pequeños cambios y ajustes: Nacho Fernández acumuló 163 minutos en los primeros 17 partidos de la temporada y 171 en los últimos 5.

Nacho Fernández la rompió ante Vélez.
6) LA DISTANCIA ENTRE LÍNEAS PARA ATACAR Y DEFENDER
Los ajustes de Gallardo en este tramo promueven a que el equipo tire menos pelotazos y sea más corto para crear y recuperar. El ordenador es la pelota. No se saltan líneas por falta de movilidad. El equipo quizás corre lo mismo, pero corre mejor. Los esfuerzos están más dosificados. Enzo Pérez está más cubierto y, a su vez, tiene más líneas de pase. Ayer, cada vez que recibía se veían las opciones: un lateral con pase cercano, otro atento para ganar la cuerda. Nacho para ser socio y darle valor agregado a la jugada, Galoppo atento a perforar sin pelota. Mastantuono pensando en ganar espaldas o enganchar hacia adentro partiendo no tan pegado a la raya y Driussi saliendo a jugar mientras Colidio podía pensar en el pase filtrado. Armonía, algo que le faltó a este equipo durante los primeros 15 partidos del año, salvo excepciones como ante Atlético Tucumán o Independiente. Esa sincronización llegó hace un mes, en un momento fundamental.
Lo decíamos en la apertura de la columna: River marcó 12 goles en los últimos 5 partidos y 14 en los primeros 16. Pasó de un promedio de 0.87 a uno de 2.40. Si alguien no veía los problemas, que vaya a oculista o se saque la venda y el fanatismo de los ojos. Vamos a las chances creadas, a la calidad de los remates al arco. River pasó de 4.71 remates por encuentro al arco rival a 7.33. Cosechó el 60.60% de los puntos en el lapso crítico y el 73.33% desde la mejoría. Si tomamos el ciclo completo, el contraste es aún mayor.
River pasó de tener el peor arranque goleador de su historia y de jugar mal y no convertir en las etapas iniciales a desbloquear ese ítem y ser realmente peligroso todo el encuentro. No fue magia. Hubo correcciones de parte del entrenador que eran necesarias. Luego está lo emocional: cuando maridan funcionamiento y efectividad, la onda expansiva mejora al resto de los aspectos.
LAS TRAMPAS DE LO QUE VIENE Y ALGUNAS PISTAS A OBSERVAR
El cruce con Barracas recibe la etiqueta de favorable por el nivel actual de River y los nombres del rival. El equipo de Gallardo llega en su mejor momento. Sin embargo, el formato del torneo es tramposo y, así como en el momento de flojo nivel le convenía al Millo, también es cierto que una mala tarde, o incluso alguna expulsión tonta, o una tarde ineficaz, pueden convertirse en un combo que te saque injustamente de la competición.
Este certamen carece de ida y vuelta. Los cruces no tienen revancha. Ante igualdad, prepotean los penales. Es un ítem que River debe tomarse en serio.
La victoria contra Vélez no solo representa 3 puntos para tener una mejor posición en la zona que repercute en mejores chances de definir hasta semifinales de local, sino que fue ante un buen rival. Así como sostuvimos que Barcelona e Independiente del Valle están un par de niveles por debajo de sus expresiones más competitivas, también es cierto que El Fortín carga con el lastre de la nefasta gestión de Domínguez y no es lo que marca la tabla de posiciones, sino un adversario superior.
Desde lo futbolístico, me permito remarcar algo sobre el colombiano Castaño: así como se le valora su constante movilidad para tocar, recibir y crear espacios, hoy por hoy evidencia un claro déficit a la hora de recuperar la pelota sin recurrir a la infracción. Lo amonestaron en 6 de los 9 encuentros en los cuales participó.
Borja ha sumado sacrificio. Sabemos que sus emociones futboleras dependen mucho de los minutos que recibe y su relación con el gol, pero en los últimos partidos ha ido varias veces al piso para recuperar la pelota. Eso es algo para destacar, tanto hacia Gallardo (por convencerlo) como al propio jugador (por ejecutarlo).
Se viene Barracas. River está en su mejor momento. Ojalá se sigan consolidando idea, volumen de juego y eficacia. Es la mejor manera de tener éxito.





