No nos gusta utilizar estos adjetivos calificativos para referirnos a River, pero es la sensación que tenemos todos luego de la eliminación ante Temperley en Mendoza por la Copa Argentina. Una noche verdaderamente oscura. Por más que intentemos buscarle una explicación, es algo no se puede entender ni tampoco justificar. Fue una piña tremenda, un golpe de KO para un equipo que intentaba construir un momento de paz y tranquilidad gracias a un par de victorias en el arranque de la Liga y con un andar firme en el grupo inicial de Libertadores.
Lamentablemente, este partido con Temperley puede romper esa sensación que parecía haberse conseguido. Otra vez se provocan enojos, se encienden todas las alarmas y aparecen las preocupaciones de cara al futuro. Y más allá de ese karma que representan históricamente los penales para River (de las 49 definiciones solo ganó 19 y perdió 30), lo preocupante esta vez fue la manera y la forma de jugar. Al equipo lo superó un rival que juega en el ascenso.
Ni ganando 1 a 0 pudo sentirse cómodo. Jamás manejó el trámite del partido. Atacó mal para buscar el segundo gol y defendió peor para sostener la ventaja. Durante los últimos 10 minutos se miraba la hora a cada rato como síntoma de un temor que iba creciendo. Se percibía desde afuera que otra vez no había respuestas adentro. No se podía tener la pelota ni dominar el tramo final del partido con el oficio que debe tener un equipo afianzado. Temperley no tiene jugadores ni funcionamiento para superar a River. Solo puede emparejar un trámite futbolístico con carácter y espíritu, atributos que una vez más le faltaron a este grupo de jugadores.
Livianos
El equipo no dio la talla. Los jugadores parecían estar en otra sintonía. Desenchufados. Cometiendo errores insólitos. Como si estuviesen disputando un partido amistoso. Jugando de a ratitos, sin marcar, sin luchar, sin poder imponerse. Livianos es la palabra que mejor le calza a estos futbolistas que vienen de no estar a la altura en el duelo decisivo contra Boca y que fallaron en Montevideo. Sacando aquella final ganada frente a Estudiantes, nunca fueron garantía en los partidos importantes durante este 2024.
Las contadas excepciones
Derrotas como estas nos obligan a mirar para adentro y revisar con honestidad la jerarquía individual que tiene este plantel. A excepción de Paulo Díaz y Miguel Borja, los demás parecen ser jugadores que no rompen el molde. No incluyo a los chicos como Franco Mastantuono o Claudio Echeverri porque no debe recaer en ellos ninguna responsabilidad en momentos como este.
El nivel del plantel de River
Sí me preguntaría por los demás integrantes del plantel: ¿Tienen el nivel necesario para ganar cosas importantes con esta camiseta o solo son buenos futbolistas, pero ninguno sobresaliente? En River no alcanza con cumplir o jugar bien. Acá es necesario destacarse, ser decisivo. Si es posible, ser los mejores en sus puestos dentro del fútbol argentino. La lista de apellidos que no reúnen esos requisitos es larga y hasta evidente. Ponernos a señalar uno por uno en un día como hoy no parece necesario. En todo caso hagamos juntos la tarea de repasar rendimientos individuales recientes y lleguemos a la conclusión de quiénes son los que sostienen niveles altos y destacados con continuidad.
Hay algunos que nos van a desconcertar. Juegan muy bien un par de partidos pero desaparecen en otros. La irregularidad con esta camiseta también es un defecto. Hay otro grupo de futbolistas que repiten actuaciones discretas que no superan la barrera de los 5 o 6 puntos. No alcanza. Como tampoco sirve vivir de recuerdos cuando la actualidad exige rendimientos importantes en este presente tan competitivo. Jamás se borrará de nuestra mente todo lo que hicieron por River. Eso queda para siempre y es intocable, pero también pensamos y nos preguntamos si podrán repetir en estos tiempos todo aquello tan bueno que mostraron con esta camiseta en el pasado. Es una duda que nos duele por el cariño y respeto que les tenemos, pero que nos hacemos partido tras partido.
Este plantel esta integrado por jugadores que claramente tienen un techo y no logran superarlo. Son demasiados normales para un club que exige distinción.
También es cierto que ningún refuerzo del último mercado de pases logró ser la solución buscada. No pudieron elevar el nivel ni darle al equipo algo que no tenía. A ellos habrá que esperarlos entendiendo que existe un período de adaptación lógico. Eso sí: deberán hacerlo pronto porque River no espera.
Las responsabilidades desde el banco de River
Por supuesto que también hay responsabilidades que vienen desde el banco. A Martín Demichelis, que se fue del estadio de Mendoza sin hablar, derrotas como estas lo afectan y perjudican más que a ninguno. Le achican el margen de maniobra y de error. Esta eliminación temprana de la Copa Argentina se le suma a otras frustraciones ocurridas durante su ciclo y que lo obligarán ganar la Liga o la Copa Libertadores 2024 para poder aspirar a tener un año positivo. Con el diario del lunes parece un error prescindir de Paulo Díaz y armar la defensa que salió a la cancha. También fue equivocado sacar tan temprano a Miguel Borja cuando al partido le quedaban muchos minutos por delante y estaba todavía sin definir.
Y acá volvemos a rozar el tema de la jerarquía mencionado en líneas anteriores, porque que River no tenga reemplazos aptos para el chileno y el colombiano es alarmante. Mucho más cuando el rendimiento colectivo del equipo no responde a las expectativas del entrenador. River no defiende bien y tampoco tiene juego fluido en ofensiva. Este año solo se logró jugar bien de a ratos, en tramos puntuales de partidos, pero sin lograr darle continuidad ni sostenerlo por períodos más extensos. Es un déficit para un cuerpo técnico que parece estar rindiendo exámenes todo el tiempo para intentar convencer a un público que acompaña, pero que también mira con desconfianza.
Demichelis convive con el acierto y el error. Hace y deshace. Cuando parece avanzar toma decisiones que lo hacen retroceder y remar en un mar inestable donde el puerto deseado parece quedarle lejos.
En una escala de prioridades la Copa Argentina está por debajo del Campeonato y de la Copa Libertadores. Por lo tanto, River aún mantiene vivos sus principales objetivos, pero esto no significa que esta eliminación no nos duela y moleste. No nos gusta ver perder a River. Y mucho menos así. De esta manera tan fea y triste que termina siendo un verdadero papelón deportivo.