El 14 de noviembre de 2022, cuando Martín Demichelis regresó a la Argentina para dirigir a River después de 19 años y medio de vivir en Europa, recibió un mensaje en el que una de las personas más importantes del tiempo más grandioso (y reciente) de la historia del club que le daba la bienvenida y le deseaba los más grandes éxitos. “Nosotros no dejamos la vara muy alta, hicimos grandes cimientos para que ustedes sigan haciendo crecer al club”, decía.
Al otro día, 15 de noviembre, Martín entró al auditorio del Estadio Monumental vestido de traje gris, camisa blanca y un pin con el escudo de River sobre su solapa izquierda. Del lado del corazón, sí.
Y en aquella, su primera conferencia de prensa como DT de River, que se extendió durante casi 27 minutos, Demichelis dejó algunas frases que en la primera parte de su ciclo, cuando el equipo que él dirigía se ocupó de desafiar la profecía que pronunciaba que sería muy difícil suceder a Marcelo Gallardo, quedaron en el olvido y ahora, que los hinchas lo silbaron por primera vez, cabe recordar… en el mismo contexto: la historia.
“Seguramente, porque hace 19 años y medio que no estoy en el país, a más de uno le generará dudas alguien como yo, estos entrenadores modernos, jóvenes, que nos formamos allá y venimos a hablar difícil. Mi familia, por haber vivido en diferentes países, hablan diferentes idiomas, pero en mi casa se habla uno solo, que es el idioma riverplatense, y ese es el idioma que yo le voy a transmitir a los jugadores; de protagonismo, de disciplina”, comenzó a enumerar, y luego dijo lo más importante: “…de respeto, de unidad, de esfuerzo. Son los valores de River y no los voy a cambiar”.
Sabía Martín Demichelis a qué club llegaba. Sabía, fundamentalmente, porque era el club que fue su casa hacía muchos años, cuando llegó para terminar de formarse, debutar, jugar 52 partidos, ganar dos títulos e irse a Europa con 23 años y, como central, protagonizar una transferencia millonaria al Bayern Munich, donde es ídolo. Luego vendrían Málaga, Atlético Madrid, Manchester City, Espanyol de Barcelona y la Selección Nacional con Mundiales y demás. Vaya CV.
En Alemania ganó tanto prestigio como futbolista que, tras hacer la carrera de entrenador, el Bayern le hizo un lugar como formador de juveniles. Mientras tanto, River vivía su era dorada, la de Marcelo Daniel Gallardo como entrenador. Hasta que un día, después de más de ocho años, el Muñeco decidió no continuar. Vale repetir: fue el entrenador más ganador en la historia del club quien rechazó seguir. Por los motivos personales más valiosos que podía tener, por los argumentos que expuso en su momento y las señales de una época que se había agotado en muchos sentidos, aquel ciclo llegó a su fin.
Aquel día marcó algo que hay que entender: Gallardo ya no está en River. Y no va a estar mientras Martín Demichelis tenga contrato y decida respetarlo. Porque el club respeta los vínculos con sus entrenadores, pero sobre todo porque, opiniones al margen, lleva disputados 77 partidos de los cuales obtuvo el 67,97% de los puntos disputados, porque ganó tres títulos, porque con él al mando el equipo tuvo momentos de altísimo vuelo futbolístico, porque supo revertir momentos, porque le ganó a Boca en el Monumental y en la Bombonera, porque desde que llegó el equipo siempre jugó la Copa Libertadores, a diferencia de otros, y porque ni jugar ni dirigir en el fútbol argentino y sudamericano es fácil.
No hubo dos Napoleones en la historia. Hubo, sí, otros líderes. Carlomagno, Julio César, la mismísima Cleopatra, Simón Bolívar o Abraham Lincoln. No habrá dos Marcelo Gallardo. Hoy es tiempo de Martín Demichelis.
Claro que la opinión del hincha de River vale. Y no solo eso: tiene un altísimo porcentaje de incidencia en la mesa chica de la dirigencia. Pero el hincha, se sabe, es cambiante. Como dicen por ahí: seamos buenos entre nosotros. Si hasta en el final del primer ciclo de MG había murmullos porque el equipo no jugaba bien, si hasta algunos preferían su salida a un desgaste sin sentido que salpicara tanta épica y orgullo, tanto renacer, tanta historia vuelta a ser.
¿Fueron los silbidos que recibió ayer, cuando la voz del estadio lo nombró durante la formación de River, una sentencia? No. ¿Fueron un síntoma? Sí. A muchos hinchas no les deja la panza llena el nivel del equipo. Pero, ¿qué parte del todo de lo que hoy ocurre le corresponde a él? ¿Cuánto de que un lateral no cierre, un central erre o un delantero la tire afuera? ¿El liderazgo, tal vez? Se aprende, como aprendés vos, hincha de River, después de equivocarte (una y otra vez) en tu trabajo.
77 partidos tiene Martín Demichelis como DT de River. 3 títulos ganados. 1 triunfo resonante en Brasil. 2 contra Boca. Acá y allá. ¿Derrotas impensadas? Sí. Como las tuvo el equipo en el ciclo anterior y ni que hablar en otros tiempos. ¿Tiene que mejorar Martín Demichelis como entrenador? CLARO QUE SÍ. Tonto sería negarlo y los silbidos que ayer escucharon todos y él más que nadie, así lo quisieron hacer saber. Pero el hincha de River no debe permitirse esto que le queda bien a los demás hinchas de los clubes del fútbol argentino. A River no, porque es el Más Grande, lejos. Por eso en River se exige – y así debe ser- a la altura de esa vara. El hincha tiene que expresarse a la altura del prestigio de la institución y de ellos mismos, los que hace 55 partidos consecutivos llenan el estadio Monumental con 85 mil personas alentando.
El hincha es el alma de River, no hay duda de eso. No hay otra hinchada como la de este club, que fue la más popular y poderosa del mundo en 2023 y va para lo mismo en 2024. Y esa fuerza es necesaria hoy más que nunca, por todo lo que viene con este entrenador que solo perdió 14 partidos desde que llegó.
Aquel día de su presentación, Martín Demichelis supo adónde llegaba y supo, también, después de quién y qué significa su legado. Si alguien lo sabe, no tengan dudas, es él, que antes de cerrar su discurso agradeció e hizo un solo pedido: “Quiero expresar un abrazo monumental a todos los hinchas de River y quiero cerrar con una frase del entrenador más glorioso dentro de la gloriosa historia de River. Él en su momento dijo que la gente crea, porque hay equipo con qué creer. Bueno: “sigamos creyendo”.
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