River empató 1-1 ante San Martín, de San Juan, en un partido muy duro en todos los sectores del campo y con un resultado insuficiente para seguir en la punta del campeonato.
Marcelo Gallardo lo advirtió el viernes, en conferencia de prensa. El técnico imaginaba un encuentro complicado frente a un conjunto bien trabajado, consciente de sus virtudes y defectos, como el que dirige Pablo Lavallén. Si bien la idea obviamente era quedarse los tres puntos en el Monumental, la realidad indica que costó mucho ejercer un dominio nítido. Por lo tanto, la igualdad terminó siendo lógico.
El Millonario manejó el desarrollo durante la etapa inicial. Tuvo la pelota, pero chocó con diferentes obstáculos. Desde la ausencia de desequilibrio individual en el uno a uno, más allá de que esa búsqueda por momentos estuvo en los pies de Gonzalo Martínez y Andrés D’Alessandro, hasta la falta de precisión tanto en el circuito de juego ofensivo como en los centros de Jorge Moreira y compañía.
Pese a la dificultad mencionada, River logró ponerse en ventaja cuando iban 29 minutos del primer tiempo gracias a un envío aéreo que sí fue exacto: Ignacio Fernández, por la derecha, exhibió una zurda certera para que Lucas Alario, de cabeza, ganara por arriba para conseguir el 1-0. Fuera de esa acción, el equipo de Núñez y su par sanjuanino no supieron lastimar en los últimos metros.
Lo más positivo de cara a la segunda parte fue esa ventaja para River. Sin embargo, cuando pudo haber dado un golpe de nocaut en el complemento, falló. El Pity, asistido por Sebastián Driussi, remató desviado en un mano a mano. Gustavo Villarruel, en cambio, no perdonó en el momento que definió después de un desborde de Ezequiel Montaña por la izquierda. Otro aviso del Muñeco se cumplió, debido a que los extremos visitantes causaron problemas mediante su velocidad.
River de ninguna manera se cayó anímicamente. Aunque tampoco elevó demasiado su rendimiento futbolístico. La pelota parada a favor nunca fue solución. Ni siquiera un cabezazo por esa vía. La media distancia corrió la misma suerte como recurso para desnivelar. Faltó desborde, ese aspecto que sí usó -con más espacios, claro está- San Martín. El Verdinegro supo obstaculizar el trabajo colectivo de un Millonario impreciso durante varios pasajes.
En ese contexto, River aceleró durante los minutos finales. Con más ganas y empuje que argumentos reales desde el funcionamiento, tuvo una chance muy clara cuando Luis Olivera habilitó al ingresado Iván Alonso. El uruguayo remató por encima de Luis Ardente. Cuando el grito universal era inminente, el travesaño lo ahogó. Fue un 1-1 tan difícil en el desarrollo como frustrante a la hora de mirar la tabla de posiciones. Esta versión del Más Grande sigue invicta, pero dejó dos puntos en el camino.
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