Era un partido distinto. River necesitaba tener su mejor rendimiento en mucho tiempo para revertir una historia que se había presentado muy adversa luego de la derrota por 3-0 cosechada como local de Palmeiras, por la ida de las semifinales de la Copa Libertadores de América.
Una serie de hechos fatídicos le permitieron al conjunto comandado por Abel Ferreira llevarse un triunfo muy abultado de Avellaneda y llegar con tranquilidad al cotejo decisivo en Brasil. Pero, en el fondo, sabía que River no iba a bajar los brazos.
Y así salió a jugar el Millonario. Se plantó en campo del Verdao e intentó lastimar por todos los medios, sometiéndolo desde el minuto uno. Desde el arquero hasta los delanteros, presionando y obligando permanentemente para buscar el primero.
Y el primero llegó. Cuando se disputaban 29 minutos de la primera parte, un muy buen tiro de esquina de Nicolás De La Cruz encontró la aparición en carrera de Robert Rojas, que se elevó y metió un cabezazo brutal para romper el arco de Palmeiras.
Ese golazo fue el detonante para que River se agrande cada vez más y para que el local se llene de temores. Y sirvió para que, un rato más tarde, Rafael Borré metiera la cabeza y pusiera el 2-0 con el que los equipos se fueron al descanso.
Sin embargo, el destino le tenía reservado a Rojas otro trago amargo. Sucedió en la etapa complementaria, cuando los de Marcelo Gallardo estaban completamente volcados en ataque. Se trató de una expulsión en un momento clave.
El paraguayo, que previamente había visto la tarjeta amarilla, cometió una nueva infracción que el árbitro uruguayo consideró que era para mostrar otra amonestación. Sin dudas, una nota oscura que opacó un rendimiento que se perfilaba muy positivo.