¿Vos te detuviste 5 minutos a tomar conciencia de que llegamos a nuestro récord invicto histórico de partidos clasificando ni más ni menos que a una semifinal de América? ¿Entraste en razón que llevamos tres semis de Libertadores en 4 años? ¿Te hiciste un rato para analizar que otra vez somos protagonistas de las fases finales de copa Argentina sin siquiera haber empatado un partido en los últimos tres años?

¿Tomaste dimensión de la locura que se genera todas las semanas desde la organización de los torneos para programar las fechas de los partidos de River? ¿Viste los malabares que hacen porque casi que no hay lugar ante tanta demanda de partidos que tenemos? De hecho nadie sabía a principio de esta semana que pasado mañana íbamos a jugar contra Sarmiento. Es una suma de locuras hermosas que no llegan nunca a procesarse en nuestras cabezas.

Y también, por supuesto, se nos hizo costumbre en el interior del esqueleto ganarles a los de enfrente.Haber marcado un quiebre favorable en la historia de los River-boca. Me pasó durante los últimos 10 minutos del último clásico en la Bombonera. Cerré los ojos y sentí un regocijo interno que venía nuevamente con el perfume de saber que nada iba a terminar mal. Esa sensación de respirar profundo y de comprender que otra vez el plan táctico y estratégico se había cumplido a la perfección, y que ellos 

Familiarizarnos con que la Selección Argentina nos convoque de a tres o cuatro como en nuestras mejores épocas, y que todos los extranjeros que tenemos también viajen a representar a sus países. Tomar como habitual que Armani sea decisivo en el 99% de los partidos, o que aparezcan pibes como Palacios que rompan con todos los esquemas y se lleven la cancha por delante, o que Maidana y Ponzio sigan siendo los estandartes inamovibles adentro de la cancha y en el vestuario.

El Muñeco es así, a toda hora. Una máquina en sí mismo, y que a su vez hace funcionar a la gran estructura monstruosa que es River. El hombre que nos regala paz en medio de la adrenalina de cada partido decisivo que disputa. El que nos brinda las dosis justas de anestesia y de optimismo. Es un contagio constante de seguridad hacia nuestros corazones. El gran motor que además cuenta con los engranajes para vivir reinventando equipos exitosos y con carácter año tras año. Aunque cambien los nombres. Aunque se vayan las figuras del momento. Aunque a veces aparezca una tormenta futbolística que parece que lo va a tumbar pero nunca puede mojarlo.

Naturalizar sentimientos bajo su mandato se siente encantador. ¿Cuál será el próximo estado mágico que nos tendrá preparado? Sólo él lo sabe. Pero nosotros sabemos que llegará, y lo esperamos con los brazos abiertos. Ojalá sea a fin de año, con una nueva visita hacia la gloria máxima que nos desvela cada noche.