Todos los estudios de las universidades más prestigiosas coinciden en que la robótica se adueñará del futuro. Que los humanos quedaremos desplazados de muchos ambientes laborales para optimizar recursos y gastos. Lo que no sabía era que el fútbol también iba camino a eso.
No es humanamente posible ganarle una carrera al tiempo. Desafiarlo tozudamente y convertirte en un Benjamin Button que compite en el primer nivel con el mismo hambre de gloria. Que año a año tu foto salga más rejuvenecida, como si tuviera un chip implementado, y que no pueda envejecerse ni siquiera con la última actualización del Photoshop.
Tampoco es posible estar 200 días parado por una pandemia con 38 años y medio en el DNI, y cuando volvés a las canchas seguir siendo el primer bicho de la manada que huele sangre para comer la yugular del rival que lleva la pelota. Para ser ejemplo en cancha de decenas de pibes que debutan y que cuando nacieron vos ya habías debutado. Si todos los que pasan los 35 quieren jugar cada vez más atrás para correr menos porque les queda la última chispa de carga en la batería, ¿cómo puede ser que exista alguien que a esa edad siga con la misma mirada felina yendo a presionar cinco veces por tiempo hasta lo más profundo del campo rival y sea figura?
Sospechemos. Algo no cierra. Leonardo Daniel Ponzio debe ser una especie mitad humano mitad robot creada por la NASA dentro de sus avances científicos. Que tiene cerebro, corazón y sangre como los seres vivos, pero que esconde un dejo de inmortalidad física y mental ligada a la tecnología, que le permite ponerse un disfraz para subirse al ring y superar no solo al tiempo, sino a la física a la vez.
Mientras siga jugando rodeado de personas parecerá eterno, y si en algún momento convierten al fútbol en un deporte de robots con una ciencia superior a la actual, él se las va a ingeniar para destruir a las máquinas mejor preparadas, como el Schwarzenegger modelo T-800 aniquilando al T-1000 en Terminator 2. Y si mi teoría es falsa y solo es un ser humano con capacidades superiores a la media, disfrutémoslo hasta el último segundo, porque otro capitán como este no existirá jamás.