Es muy difícil hacer un balance de un equipo tan ciclotímico y cambiante. Que cumplió los objetivos de manera merecida, pero que de 22 partidos jugó bien solamente cuatro o cinco. Que nos regaló dos copas y dos finales espectaculares, pero que nos hizo estallar de bronca por una cantidad asesina de puntos perdidos de manera insólita. Que nos va a llevar un nuevo año de viaje por toda América, pero que no sabemos si el comandante seguirá siendo el mismo. Hay mucho por celebrar, y no dejemos de hacerlo, pero también hay demasiado por corregir. Y esas dos caras tan distintas en todos los sentidos son el resumen más explícito del camino de River en la segunda parte del año.

El arco y la duda inesperada. La mitad del vaso llena de Batalla la vimos durante casi todo el semestre, con una evolución permanente y pronunciada desde la Recopa hasta el partido contra Independiente inclusive. Sólo iba a poner en duda su titularidad para el 2017 una catástrofe deportiva a nivel personal, que lamentablemente llegó como una ráfaga en cuatro días. Creo que, por lo demostrado hasta esa fatídica tarde del clásico, el pibe merece seis meses más de crédito. Ésa clase de errores sirven para tomarlos como enseñanza y aprendizaje, más aún cuando te parás debajo de los tres palos más grandes del mundo. Ojalá el tropiezo no lo bloquee mentalmente y no tape todo su potencial.

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La defensa, donde más perdimos y extrañamos. Moreira arrancó muy arriba y se terminó pinchando de a poco. Al prócer Maidana lo tuvimos casi 50 días afuera y nos hizo tambalear aún más la estructura. El último tramo de Mina nos dejó bastante preocupados. Y las lesiones de Lollo y Casco nos terminaron de romper el molde. No fue exclusivamente por los defensores, pero la realidad es que River nunca pudo ser sólido atrás, y quedó claro que estamos a años luz de la realidad que nos pintaban aquellos cuatro fantásticos que salieron campeones de todo. El punto a favor es que sorpresivamente encontramos al primer refuerzo confiable para el año que viene, porque Martínez Quarta tuvo temple y entereza para plantarse y estar a la altura, incluso en partidos calientes y decisivos. Y Olivera también ha demostrado condiciones como para confiar.

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El mediocampo lo encontramos tarde. Creo que la clave principal por la que River no pudo encontrar equilibrio defensivo y vuelo ofensivo en la mayor parte del semestre pasó porque tuvimos que esperar hasta las semis de la Copa Argentina para ver a Fernández a un costado, y a D´Alessandro jugando de enganche clásico de una vez por todas. Ahí el 22 se hizo cargo de todo y se vio un equipo que supo ocupar mejor los espacios, si bien los rendimientos individuales han sido bastante intermitentes. El Pity tuvo un puñado de buenos partidos y de jugadas importantes, pero es un enamorado de la irregularidad. Nacho también suele navegar en los altibajos constantes. Ponzio ha dejado el alma, pero sufrió mucho a sus costados y en sus espaldas por la falta de compañía en la contención.

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El ataque, nuestra carta brava. Es gratificante ver a una dupla que se complementa y se potencia, y que además saca la cara por el equipo en todos los momentos claves. Driussi fue por escándalo la figura de River en el semestre, mostrando un nivel y una confianza enorme. Ojalá no se duerma en los laureles y su cabeza no se salga de foco, porque tiene todo para escribir un gran futuro. De Alario ya sobran las palabras. Más allá de algún bache temporal, estamos en presencia de un elegido del cielo y de la mejor apuesta joven de otro club que haya llegado a River desde que yo tenga uso de razón. Imperioso retener a ambos para soñar en grande el año que viene.

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El recambio apareció poco. La apuesta por Lollo y Larrondo terminó siendo pésima a nivel productivo y económico. Ojalá puedan brillar en el 2017 porque son grandes jugadores, pero si el equipo no tuvo muchas variantes de calidad fue en gran parte por no poder contar con ellos. Rossi y Arzura, sin brillar ni mucho menos, mostraron virtudes interesantes. Andrade necesita seguir creciendo. Mora aportó una muy buena llave por derecha, se adaptó bien a un puesto diferente y fue importante durante la recta final del año. Y Alonso nos regaló una noche de ensueño en Córdoba. Pero en líneas generales cada vez que faltaba un titular nos agarrábamos fuerte la cabeza. Ojalá los lesionados se recuperen del todo y no fallemos con los dos refuerzos del verano.

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El Muñeco y su decisión. Se hace duro pensar en otra cosa. Son horas de mucho rezo, ansiedad y tensión. La pérdida de nuestro gran líder espiritual y emocional sería muy difícil de digerir, pero cuando se trata de un tipo que ama a River como nosotros y que nos dio tantas alegrías, lo que debe prevalecer es respetar y apoyar plenamente su elección. Nada borrará estos 30 meses maravillosos ni el amor que sentimos por él, y siempre va a tener en su bolsillo más cercano un juego de llaves del club.

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Seguimos sonriendo más fuerte, y eso les duele. Primero, verlos quedarse afuera en semis contra ese mismo equipo ecuatoriano del que se rieron y que provocó que hicieran 500 afiches pedorros cuando nos eliminó a nosotros. Y segundo, que nos hayan visto remontar una final para ir a la Libertadores contra ese mismo rival al que gracias a un árbitro le ganaron descaradamente un año atrás, y que encima fue el que los eliminó en cuartos. Negar el golpe de haber perdido el clásico es ser un necio, pero no tuvieron tiempo de festejar nada porque a los cuatro días les cayó encima otro gran golpe provocado por el Muñeco. Una vez más escupieron para arriba, y el tiempo puso las cosas en su lugar. Cuando repasemos la película completa ellos saben que por tercer año consecutivo la mejor de las sonrisas va a ser la nuestra, y que la única razón deportiva que encontrarán para salir del país será alguna nueva serie de Copa Davis.

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+ LETAL: El semestre de Driussi.

+ DRIUSSI GOLEADOR: Mirá el ranking.

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+ NÚMEROS IMPOSIBLES: Alario, el rompe récords.

+ LOS GOLES DEL PIPA: Elegí el mejor.

+ GALLARDO: ¿Se queda o se va?

+ RANKING: Los títulos del Muñeco en River.


+ GRATA SORPRENSA: Martínez Quarta.