Mediados del año 2011. Gimnasia de La Plata caía en la promoción ante San Martín de San Juan y recaía en la Primera B Nacional.Milton Casco fue titular en ese encuentro fatídico del Lobo, también estaba Guillermo Barros Schelotto como capitán, pero hubo un futbolista que ni siquiera formó parte de ese momento:Nacho Fernández.
Las estadísticas dirán que pertenecía al plantel del Indio Ortíz (por ese entonces, entrenador del tripero). Pero el técnico no lo tenía en cuenta a quien hoy es el cerebro de River. De hecho, con el descenso consumado,Fernández fue cedido a préstamo a un equipo de la Primera B Metropolitana (tercera división del fútbol argentino).
Las puertas no se abrían, en su club no lo queríany llegó esta institución a devolverle la felicidad de ser jugador de fútbol: Temperley. El Gasolero fue su hogar durante la temporada 2011/12,y tan bueno fue su desempeño que se ganó el derecho de volver al Lobo para ser uno de los responsables de devolverlo a Primera.
En Temperley, Nacho fue titular indiscutido y marcó 10 goles en el torneo local(hasta dejó su huella con un tanto en la Copa Argentina).“El Nacho”, le decía el relator que seguía la campaña de Temperley en aquel momento.
Lo cierto es que el presente de Fernández es totalmente diferente al que supo tener hace algunos años. A fuerza de talento, goles y buenas actuaciones, el volante de River llegó a ser quién es hoy. ¡Si hasta tuvo la chance de jugar en la Selección Argentina! Ya lo dijo una conocida canción de Soda Stereo: “Tarda en llegar, y al final hay recompensa”.