Terminó el primer tiempo y todo era preocupación. Finalizó el partido, y al menos aparecieron algunas muecas de aprobación. Otra vez un River con dos caras distintas en un mismo encuentro. Un equipo que decepciona pero que también hace méritos para ganar. Una noche mas, parecida a las muchas que se vienen acumulando en el último tiempo. Lamentablemente nos tenemos que volver a conformar con observar el vaso medio lleno. A intentar valorar lo bueno y minimizar lo malo. Y la verdad es que ya empieza haber una gran necesidad de que en algun momento podamos ver el vaso completo.
Primer tiempo para el olvido y que el segundo no nos mienta
Se critica con dureza el primer tiempo y somos comprensivos para intentar elogiar con una dosis de optimismo lo que vimos en la segunda mitad. Me queda una firme sensación después de este empate 0 a 0. Lo malo de los 45 minutos iniciales no puede repetirse y lo positivo que mostró en el complemento no alcanza para tener pretensiones serias en esta copa. Es peligroso creer que lo de la segunda mitad fue muy bueno. Internamente ni Marcelo Gallardo ni los jugadores deberían pensar que ese rendimiento es el necesario para ganar la Libertadores. Ojo con sobredimensionar este 2do tiempo. Fue tan pobre lo que sucedió en el inicio que sólo con levantar un poquito el nivel futbolistico el equipo mejoró. Esa es la descripción correcta. Mejorar no significa jugar bien. Y para soñar con esta copa se necesita mucho más que ese buen tramo realizado ante Libertad. Hay que ser voraz en la actitud. Tener una velocidad fisica que imponga el ritmo del partido e incomode al rival de turno. Además hará falta solidez defensiva, creatividad para jugar y contundencia en el arco adversario. Nada de eso tuvo River en Paraguay, aún incluyendo en el análisis global ese aceptable cierre de partido.
Fue difícil ver al equipo que arrancó este duelo de octavos de final. Lento, apagado, impreciso, sin asociaciones ni conexiones con la pelota en su poder y desarticulado cuando no la tenía. Fue necesario que en un par de ocasiones aparezca Franco Armani en todo su esplendor para no comprometer el resultado. Los centrales transmitían inseguridad, los laterales iban para ser opción de ataque pero no eran utilizados y dejaban un hueco grande para la contra. Una mitad de cancha tímida. Era un show de pases hacia los costados. Nadie rompía con uno hacia adelante o con un traslado que permita desarmar estructuras defensivas del rival. Ninguno arriesgaba ni asumía el compromiso que hay que tener con esta camiseta puesta. El técnico notó lo mismo. Por eso se lo veía tan enojado en cada imagen de la transmisión televisiva y decidió meter mano haciendo 3 cambios juntos en el entretiempo. A River le faltaba confianza y decisión para ir hacia adelante. Ese es el peor pecado que se pueda cometer jugando en este club. Hay que ser intensos y estar convencidos. Es la única forma de hacer algo que pueda estar a la altura de nuestras exigencias. Volver a imitar a esos equipos de Gallardo que tanto nos identificaba y despertaba todo tipo de valoración y admiración. Hoy esta realidad parece estar muy lejana de aquella. Lo que si está cerca es la revancha y si todo va bien la semana que viene, tambien se vendran enseguida los cuartos de final de una Copa que pretendemos ganar y todavia no sabemos si podemos.
¿River sigue en eterna construcción?
Este equipo que sumó varias caras nuevas desde enero hasta hoy aún no está construido. Encontró cierto funcionamiento el semestre pasado de la mano de Franco Mastantuono, pero el joven crack ya no está. Parecía que arrancaba en las primeras fechas de este semestre con la vitalidad y el empuje de Maxi Salas, pero una lesión lo sacó momentáneamente de las canchas. Son 14 los jugadores incorporados en este 2025 y es evidente que juntarlos y hacerlos jugar bien puede generar un tiempo de trabajo y ensayo. Es logico, razonable y entendible. El tema acá es que River parece atravesar una eterna etapa de construcción y estamos ingresando en un momento del calendario donde todo se define y es necesario que el equipo consolidado aparezca y de la talla.
¿Qué certezas tenemos hasta ahora? No muchas. Con el arquero no hay ninguna duda. En los laterales tampoco, aunque Gonzalo Montiel tendrá que recuperar esa finalización ofensiva que siempre lo destacó. Los centrales son una preocupación. El mejor es Paulo Diaz y comete errores. Con Germán Pezzella ya no se cuenta por su lesion. Lautaro Rivero no esta anotado en la lista y mientras se aguarda la recuperacion de Lucas Martinez Quarta, le tocará jugar a un inseguro Sebastian Boselli. En mitad de cancha es pura incertidumbre. Enzo Perez, aún con las limitaciones físicas lógicas por su edad, no puede faltar. Después nada esta claro. Kevin Castaño esta bajisimo. Juan Carlos Portillo no sabemos todavia que es. Matias Galarza tiene dinámica pero no entra en sintonía. Giuliano Galoppo es irregular, Nacho Fernandez entró bien pero no le da para titular. A los pibes como Santiago Lencina y Juan Cruz Meza hay que usarlos pero con criterio y en los momentos adecuados. Todo indica que Juan Fernando Quintero con su talento y conduccion se irá ganando un puesto pero no tenemos claro a partir de cuando. Arriba mientras esperamos a Salas, jugaran Facundo Colidio y Sebastian Driussi por sus condiciones y además porque Miguel Borja no supo aprovechar en estos últimos cuatro partidos la chance que tuvo de jugar ante tantas ausencias.
Hay que llenar el vaso
Esta claro que el equipo ideal todavia no está y el funcionamiento que vemos semana tras semana por ahora no es confiable. Lo bueno es que la llave se define en casa y con 90 mil almas alentando en las tribunas. Para eliminar a Libertad creo que nos va a alcanzar. Luego habrá un mes entero para trabajar, mejorar y recuperar soldados. De ser así, ojalá podamos escribir en este habitual espacio de opinión, muchas Columnas antes del choque con Palmeiras donde el texto este repleto de elogios, comentarios positivos e ilusiones renovadas. Estamos a tiempo de crecer y mejorar. Hay que lograr elevar el nivel de este River. Hay que intentar llenar el vaso de una vez por todas.
