“Lo primero que quiero es que mi familia esté bien y puedan tener todo lo que se merecen. Quiero verla bien a mi mamá, a mi papá y a mis hermanos. Gracias a ellos yo lucho. Superé muchas cosas difíciles y por ellos estoy a pleno”. Realmente no existe una mejor carta de presentación para Lautaro Rivero que sus propias palabras de hace tres años hablando sobre el gran pilar que tiene su vida. En aquellos momentos donde la supervivencia del día a día era lo más importante, y vaya orgullo debe sentir ese grupo familiar luego de haberlo visto salir a la cancha rodeado de campeones del mundo con la Selección Argentina.
Es que en muchos de los sentidos Rivero ya ganó. Ya es un triunfador de por sí, independientemente de cómo se desarrolle su carrera futbolística de ahora en adelante, donde ya de por sí su techo deportivo se codea con las nubes todo el tiempo. Esa templanza y ese coraje que por estos tiempos demuestra en cada cruce con un delantero rival son los mismos factores que lo llevaron hace un tiempo a pararse debajo de un semáforo en rojo para vender alfajores para intentar de sacar la cabeza del pozo.
Y alguien que lamentablemente sufrió esas necesidades básicas y tuvo que plantarse desde muy chico para sobrevivir cuenta con herramientas y una capacidad de resiliencia por encima de la media. Y todo eso sumado a su mentalidad y sus cualidades futbolísticas para mostrarse como un verdadero defensor de raza se convirtieron en una mezcla indestructible para explicar este presente de ensueño que está viviendo alguien que lo merece como nadie.
No todos los futbolistas nacidos en River pueden asimilar de la mejor manera el hecho de emigrar a préstamo a un equipo de menor envergadura, porque muchos sienten que sí o sí va a ser un paso atrás. Pero otros saben interpretar el mensaje y lo toman como la verdadera oportunidad de tomar un gran impulso, y fue por eso que el paso de Rivero por Central Córdoba de Santiago del Estero se convirtió en un factor esencial para explicar este presente.
Una historia de resiliencia y de saber aprovechar e interpretar oportunidades
Con una trama de película llegó a un club que justamente a los pocos meses no solo iba a ganar su primer título de la historia, sino que además iba a disputar por primera vez la Copa Libertadores. Y fue todo en ese contexto de entusiasmo individual e institucional en el que Rivero pudo lucirse a tal punto de haber sido figura total ni más ni menos que ante Flamengo en el Maracaná, en una victoria histórica para las grandes páginas del fútbol no solo argentino sino a nivel sudamericano.
Y Gallardo vio ese hambre de gloria fusionado con sus grandes rendimientos y decidió repescarlo antes que finalice la cesión, y cuando le dio la oportunidad en River como titular la aprovechó al máximo siendo el punto más alto en cancha de Independiente hace un par de meses. Y todo se desarrolló así de rápido, porque entró de lleno no solo en el equipo titular sino también en la gente que lo empezó a pedir siempre entre los once.
Ojalá los de River podamos disfrutarlo el mayor tiempo posible, y que su camino en el fútbol no pare de abrirle todas las puertas hacia el éxito que él merece. Pero más allá de cualquier resultado deportivo, Rivero a pocas semanas de cumplir 22 años ya es un triunfador en innumerables cuestiones ligadas a la vida, y todo lo bueno que le venga por delante será ni más ni menos que la consecuencia justa y directa de lo que él cosechó cada día. Salud y orgullo total para un verdadero guerrero riverplatense.
