Desde el domingo a última hora cuando se confirmó que el único equipo que puede hacer entrar a River en el repechaje la Libertadores es el clásico rival siendo campeón, el debate interno en cada esqueleto del hincha empezó a jugar fuerte y aparecieron todo tipo de sentimientos encontrados expresados por la gente tanto en las calles como en las redes sociales.

Desde el punto de vista sentimental no queda ninguna duda que nadie prefiere un escenario en donde Boca termine dando una vuelta olímpica, ¿pero qué ocurre desde el factor deportivo para River? ¿Futbolísticamente hablando nos conviene que ellos sean campeones y garantizarnos ese lugar en la repesca, o eso generaría más potenciales problemas que soluciones durante el 2026?

En este sentido soy de los que piensan que River tiene que jugar la Libertadores todos los años aunque sea desde el repechaje y con ayuda de otros, pero la única excepción que marca el límite no permitido es que Boca sea campeón. No da lo mismo, por más que actualmente los torneos locales en nuestro país con 30 equipos y un sistema tragicómico de competencia no generen mucho entusiasmo.

River y su gran dilema planteado, ¿qué conviene más de antemano?

Nunca, pero nunca jamás, es negociable que ellos puedan ser felices por más que para nosotros represente un acceso a la Libertadores, y sobre todo en un año donde tuvimos mil posibilidades diferentes de acceder e hicimos todo mal para que eso no suceda. No nos podemos agarrar ni siquiera desde los merecimientos para justificar en nuestros adentros una ayuda de Boca.

Todos los escenarios complejos que plantea el repechaje de la Libertadores para River

Ahora bien, si esto llegara a ocurrir no quedará otra alternativa que poner el foco netamente en lo futbolístico, y ahí es donde considero que tampoco hay un escenario más favorable que el de jugar la Sudamericana, por varios motivos. En primer lugar porque el repechaje para River arrancaría en pleno febrero y con el grueso de un plantel que no ofrece ninguna garantía en una serie mano a mano contra ningún rival del continente por más débil que sea de antemano. Ni hablar si el oponente del primer cruce juega en la altura que sería otro condicionante, y sabiendo que si no superamos la primera de las dos eliminatorias del repechaje ni siquiera jugaríamos la Sudamericana como consuelo.

Sumado a esto en caso de pasar las dos llaves iniciales reglamentariamente River caería en cualquier grupo de la Libertadores sin ser cabeza de serie, lo que podría ser otra gran complicación de cara a la competencia del segundo semestre. Planteada como está la situación futbolística del equipo inmerso en una crisis total de identidad y funcionamiento, el principal objetivo internacional para la primera parte del año debe ser llegar vivos en alguna copa al segundo semestre, donde ojalá ya haya un River más aceitado desde lo futbolístico y donde habría otro mercado de pases para terminar de acomodarnos mejor y poder pelear en serio por ser campeones.

Por eso entiendo que con el diario del viernes y por más que duela en el alma no ser parte de la Libertadores por muchos factores donde también se incluye lo económico, nuestra cruda realidad marca que hay muchísimas más chances concretas y realistas de competir durante todo el 2026 jugando la Sudamericana, y de paso también nos evitamos que Boca retome una senda victoriosa. Creo que no hay ninguna duda de cual es el mejor camino para River.