No somos amantes del “como sea” pero anoche en Córdoba sabíamos y entendíamos que lo único que servía era ganar. Había que cortar con tantas derrotas. Volver a recuperar la sonrisa después de un partido. Sumar puntos para no llevarnos ningún susto en la zona de grupos y de paso volver a meternos en la Libertadores por la tabla anual desplanzándolos a ellos.
Era necesario el triunfo. Diría vital. Por lo numérico y también por lo anímico. Para fortalecer un espíritu totalmente desinflado. Para encontrar un punto de partida de cara a la etapa final de este año que todavía mantiene muchos objetivos importantes por delante.
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En cualquier otro momento de nuestra historia un triunfo ante Talleres en la fecha 13 del Campeonato no tendría tanto valor y significado como el que le estamos dando a este. Es que el año de River es tan flojo y la etapa actual pinta tan complicado que ganar anoche en Córdoba termina transformándose en una victoria resonante. Y no por las maneras ni las formas en que se consiguió. Al contrario se volvió a jugar mal y ya hablaremos de eso.
Había que ganar como sea.
Es importante porque el clima que se respira en el Mundo River no aceptaba otra derrota. No había tolerancia. La decepción acumulada a lo largo de todo el 2025 provoca que la paciencia vaya desapareciendo. Se notó el descontento el domingo pasado frente a Sarmiento y agregarle un capítulo negativo más a esta historia de terror hubiese sido complicado pensando en el futuro inmediato. Para ser claros. Tiene mucho mas valor por lo que se evitó que por lo que se obtuvo.
Un alivio que no baja la exigencia: River debe mejorar
Perder era agigantar la crisis. Ganar es un alivio. Y River necesitaba un respiro. Un momento de paz para serenarse y enfocarse en la semifinal de Copa Argentina dentro de un contexto mas liviano. Eso generó el 2 a 0 con Talleres. Irnos a dormir con una sonrisa y disfrutar el Dia de la Madre sin amarguras.
Desde el rendimiento todos tenemos en claro que otra vez no fue bueno lo de River. Que al equipo le sigue faltando juego y elaboración. Nos cuesta hacernos fuertes desde la tenencia de la pelota. La manejamos mal, somos imprecisos y nos cuesta horrores hacer 10 pases seguidos. Nada se modificó en este sentido de todo lo que venimos viendo últimamente. Algún chispazo de Juanfer Quintero y nada mas. Después todos pelotazos para que Maxi Salas corra, aguante y sus compañeros acompañen.
Sigue sin haber asociaciones ni conexiones. No hay circulación de pelota eficaz y veloz que rompa y genere espacios. No fluye eso en River desde hace mucho. Aparenta ser un equipo que se siente mas cómodo adoptando una postura contragolpeadora que de dominio posicional y futbolístico. Aún con los riesgos que se corren cuando existen falencias defensivas con las que se conviven con frecuentemente.
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Ayer fue por un centímetro que el VAR detecto y nos salvó. También producto de las limitaciones que tenía el rival. Todo eso lo ayudó a River para mantener el cero en su arco. La imagen continúa siendo la de un equipo frágil que con un simple cachetazo lo pueden poner KO.
Por qué ganó River en Córdoba
¿Por que lo ganó? Porque fue contundente y oportuno. Golpeó en los momentos claves del partido. En la primera aproximación ofensiva con cierto riesgo, Gonzalo Montiel aprovechó un rebote tras un disparo de Milton Casco para patear al arco y vencer el esfuerzo de Guido Herrera. No pasaba nada en el partido pero River se ponía 1 a 0.
En la segunda mitad el equipo local empujaba, jugaba en campo contrario, se acercaba con peligro y cuando había olor a empate River sacó su segunda mano e impactó fuerte. Acción individual brillante ejecutada por Facundo Colidio y centro para que Maxi Meza frente al arco empuje la pelota y convierta en el peor momento del partido el 2do tanto de la noche que desactivó la amenaza cordobesa y le dio una enorme tranquilidad a todo River.
Dos llegadas, dos goles. Bienvenida sea esa contundencia ofensiva habitualmente esquiva. Luego fue esperar que pasen los minutos hasta el pitazo final que llegó sin sustos ni sobresaltos y con el mejor ratito de River que pudo hasta conseguir algún gol más.
Para obtener este resultado positivo fue importante que le entraran bien los cambios a Marcelo Gallardo. Le costó funcionar a la formación inicial. La idea de poner un zaguero como Lautaro Rivero de lateral y a Santiago Lencina como volante por izquierda no salió bien. Los dos tuvieron que dejar sus lugares para que ingresen Milton Casco y Matias Galarza, quienes sin brillar mejoraron la producción del equipo y tuvieron aportes valiosos en ambos goles.
También ingresó muy bien Facundo Colidio y lo mismo sucedió con el activo a Maxi Meza. Los cambios mejoraron en el complemento las falencias del inicio. Gallardo apostó por un equipo que no respondió y que tuvo nuevamente algunas dudas en los 2 defensores centrales y en baja versión a Kevin Castaño y Sebastian Driussi. ¿Lo positivo? Levantó su nivel Gonzalo Montiel y es una buena noticia.
A Juan Carlos Portillo se le destaca lo mucho que corre pero le cuesta todavía ser el recuperador y pasador que River necesita en mitad de cancha. Y si hablamos de sacrificio siempre debemos mencionar las ganas y el espíritu de Salas para rebuscársela en cualquier pelotazo que le tiran. Con eso alcanzó para volver a Buenos Aires con 3 puntos en el bolsillo y una sonrisa en la cara.
River no es confiable pero va por todo
Ya no tengo claro si el equipo en este tramo final del año esta en condiciones de mejorar mucho más su rendimiento y funcionamiento colectivo. No juega bien no convence y todavía no es un equipo confiable. No transita este camino de definiciones a paso de Campeón. Va como puede hacia la Copa Argentina, el Superclasico y el Campeonato Argentino. No puede ni debe fallar. Como dijo el presidente de River en estos 40 días está en juego el año y nuestra felicidad.
Intento ser cauto ante mis expectativas de ver un equipo que pueda jugar mejor. No perderé la esperanza pero a esta altura ya lo veo difícil. Por eso apunto a que, por lo menos, el equipo pueda compensar esa falta de juego con corazón, sacrificio e inteligencia. Dejar de ser ingenuos. Disputar cada partido con pasión. Mejorar los detalles tácticos, estratégicos y diseñar un plan para potenciar nuestras virtudes y maquillar nuestros defectos.
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Es aspirar a lo mínimo que nos merecemos. Un equipo que nos represente al menos desde su empuje y su actitud. El viernes ante Independiente de Rivadavia tendrán que demostrar que lo de ayer es el inicio de algo bueno y que van a dejar la vida para poder ganar todo lo que tenemos por delante. ¡Que así sea!
