Las primeras tres semanas de competencia oficial fueron de muchísimo trajín para River, jugando sin parar miércoles y domingo y después de lo que fue una pretemporada llena de complicaciones desde la tardanza en la llegada de los refuerzos hasta las inoportunas lesiones que aparecieron en el camino. Más allá que a nivel resultados los números dicen que el equipo está invicto en el torneo y que pasó de fase en Copa Argentina, todavía le está costando hacer pie en el funcionamiento colectivo y los altibajos se hicieron presentes también en muchos rendimientos individuales.

Empecemos desde adelante hacia atrás. En el sector ofensivo se vio quizás lo más confiable de River hasta el momento, con un Miguel Borja en estado de gracia que ojalá se recupere para el domingo, y con buena cantidad de llegadas muy claras de gol en general. Si bien por muchos momentos la elaboración cuesta, la jerarquía individual se ha hecho pesar y las variantes que tiene Martín Demichelis para lastimar a sus rivales son muchísimas en ataque, más aún con las llegadas de Echeverri y Solari en los últimos días, quienes ya frente a Banfield supieron marcar diferencias. Eso sí, ya quedó demostrado desde hace un buen tiempo que a Pablo no hay que encasillarlo en la raya. Necesita las libertades de un segunda punta.

El mediocampo es donde el equipo parece desacoplado. Fonseca alterna muy buenas con muy malas, en una posición que no siente del todo ya que se lo notaría más cómodo con un cinco de marca al lado para poder soltarse un poco más. Aliendro está absolutamente desconocido y fuera de foco. Y hay una versión bastante mejorada de Nacho respecto al 2023, pero todavía algo lejos del ideal. Las ayudas y los auxilios en la presión alta están fallando más de la cuenta, y ahí es donde River empieza a teclear y a retroceder mal, ofreciendo demasiadas ventajas. Se impone la presencia de Villagra, quien inexplicablemente no sumó minutos ante Banfield.

La defensa está demasiado sujeta a la entrega de un Paulo Díaz que se ha convertido en el líder espiritual del equipo, con su oportunismo y todo lo que contagia desde atrás levantando la bandera. Herrera no hace méritos para ser titular, y el acompañante ideal del chileno en la zaga todavía me resulta una incógnita. Me gustaría que Boselli o Ramiro tengan la posibilidad de jugar varios partidos seguidos en ese puesto para encontrar una dupla más confiable, o asimismo que el uruguayo juegue más minutos como lateral en partidos pesados como el del próximo domingo.

Y Armani está bien. Sí, pudo haber hecho algo más en el gol de Banfield, pero el saldo le da recontra positivo en el 2024, donde venía siendo de los puntos más altos y transmitiendo seguridad. En definitiva, hay que ajustar y mucho algunas tuercas. Que Boca no llegue en un buen momento no significa que no sea un rival de mucho cuidado, sobre todo sabiendo que en los Superclásicos suele correr con ventaja el que viene más flojo de los dos.

Se viene una prueba de fuego que debemos aprovechar

El domingo en el Monumental nos mediremos ante individualidades de bastante más jerarquía que las que venimos enfrentando, y eso significa que los errores habituales que muestra River se pagarán más caro en caso de ocurrir. Es el partido ideal para empezar a despejar muchas de las dudas que hoy sobrevuelan en el ambiente, y para que aparezca el fuego sagrado y competitivo de todos, acompañados por las casi 90000 almas que alentarán en las tribunas. No dejemos pasar esta hermosa oportunidad de volver a dejarlos al borde de la lona. Ganar el tercer Superclásico seguido sería un golpe de efecto enorme, y un envión espectacular para encarar los grandes desafíos que se vienen en el 2024. Vamos.