El contexto implicaba una celebración y un encuentro distendido para el campeón de América. La Gran Fiesta, tal como lo bautizaron sus organizadores, comenzó temprano en el humilde pero coqueto estadio Domingo Burgueño Miguel de Maldonado. Show de fuegos artificiales, la presencia de la Copa Libertadores y música que puso a bailar a los hinchas de ambos bandos.

Cuando el reloj marcó las 22.10, empezó el partido que lejos estuvo de parecer un amistoso de verano. Los dos equipos brindaron un ritmo de ida y vuelta que bien podría haber simulado un choque de grupo de Libertadores. Armani protagonizó en el primer tiempo una doble atajada descomunal que se robó la atención de todos y en el segundo tiempo volvió a salvar a La Banda, siendo tapadas fundamentales para mantener la diferencia en el marcador.

River mostró su fuerte en el armado de jugadas colectivas a un toque, como cuando a los 3 minutos del segundo tiempo, Conde detuvo un remate de Palacios luego de una gran triangulación con Quintero y Pratto. Supo defender los ataques esporádicos del Bolso y logró sostener la idea de juego a pesar de haber terminado el partido con un plantel casi completamente distinto por los ocho cambios que realizó el Muñeco durante el complemento.

Quintero le dedicó el gol a Rodrigo Mora.

Quintero le dedicó el gol a Rodrigo Mora.

Juanfer fue el que tomó el manubrio que dejó vacante el Pity Martínez, y así, manejando el juego de River, se hizo cargo del penal que abrió el marcador luego de una falta clara que le hicieron a él. Borré y Pratto aportaron gran movilidad que fue clave en las contras del Millonario para aprovechar la falta de timing de los defensores charrúas.

Martínez Quarta y Pinola se complementaron positivamente y contaron con la complicidad del ida y vuelta constante de Montiel y Casco. Enzo Pérez también se mostró sobrio con la distribución del balón y el quite, con Nacho Fernández como rueda de auxilio constante. Palacios se bancó la rigurosidad del mediocampo uruguayo y se sumó al engranaje ofensivo en varias oportunidades.

River tuvo -y aún tiene- que reinventarse luego de haber perdido a su mariscal defensivo y a su creativo por excelencia. Pero dejó en claro que va por el camino correcto. Cerró así su único partido de pretemporada con saldo positivo, no solo por el resultado sino también por el juego mostrado y el compromiso de un equipo que acaba de alcanzar la gloria máxima pero interpreta a la perfección la exigencia de esta camiseta.