El superclásico terminó en fiesta para River e impotencia pura para Boca. El gol de Enzo Díaz a los 96 minutos terminó de liquidar las esperanzas del conjunto local. De hecho, algunos hinchas xeneizes comenzaron a retirarse del estadio cinco minutos antes del tiempo cumplido. Una imagen que suele repetirse cada vez que juegan en la Bombonera.
El gol de Enzo Díaz desató una lluvia de insultos y de objetos de todo tipo que volaron hacia el campo de juego. En su gran mayoría eran palos de plástico de unas banderas que repartió un sponsor, pero también llovieron botellas, vasos, algunas pilas y encendedores. A los jugadores de River poco les importó, ya que celebraron el tanto del 2 a 0 de cara a la popular local.
Tras el pitazo final, el festejo se trasladó a la mitad de la cancha, donde se reunieron los once futbolistas que terminaron el superclásico más los jugadores que estaban en el banco de suplentes. Todos se fundieron en un abrazo y comenzaron a saltar al compás de varios cantitos dedicados al eterno rival. Un desahogo que desató cierto nerviosismo en la parcialidad boquense.
En el banco de suplentes, Martín Demichelis y todo el cuerpo técnico se juntó a un costado para darle lugar a los jugadores, que fueron los verdaderos protagonistas de la victoria. Sin embargo, cuando el DT de River se acercó para saludar a algunos jugadores millonarios, se le notó un corte sangrante a la altura de la frente. ¿Qué le pasó?
Desde una de las plateas que están debajo de los palcos también cayeron algunos proyectiles. Uno de los elementos que le arrojaron al técnico de River fue un palo de una bandera que impactó de lleno en la cabeza y que le provocó la herida. Rápidamente le acercaron al DT una toalla para limpiar la sangre. Fue nada más que un corte superficial, que no necesitó puntos de sutura. Martín Demichelis siguió festejando y se retiró de la Bombonera con los puños en alto y un beso a la medalla de la suerte. Un nuevo acto de cobardía y de impotencia.