River tiene mucho que mejorar. Ganó, tuvo un rato de mucho vértigo en el complemento, pero lo pudo haber perdido tranquilamente ante Argentinos Juniors por una defensa que no termina de dar seguridad. Es un triunfo que sirve para construir de cara a lo que viene y como bocanada de aire fresco tras la derrota, pero Demichelis sabe que aún hay muchos ajustes por hacer. ¿Las señales más positivas? Los jugadores que ingresaron en el segundo tiempo y aprovecharon su chance.

Antes de salir al segundo tiempo, Micho mandó a la cancha a Robert Rojas y Esequiel Barco. El Sicario aportó más seguridad y un despliegue necesario por el costado derecho, después de 45 minutos muy dubitativos de Herrera. Barco, por su parte, influyó y mucho para romper la monotonía. Aportó sorpresa, gambeta, se animó (incluso con equivocaciones) y ayudó para que Argentinos se desordenara por lo menos un poco.

Al rato entró Salomón Rondón, que dio una muestra de lo que tiene que hacer un delantero de área en esta clase de partidos. Se lo vio activo y con más explosión de la que se creía cuando llegó, se fajó con los centrales rivales para desgastarlos y sirvió como descanso para los volantes, aguantando algunas pelotas y metiéndose en el área para ser el receptor de algún centro.

Sobre el final también entró Palavecino, después del desgarro que lo obligó a perderse toda la pretemporada, y mostró algunos destellos de los que ya conocemos. Bien en la distribución de la pelota, aunque algo desacomodado en cuanto a la ubicación. Ya tendrá tiempo y partidos para ir mejorando y encontrar su mejor versión. Demichelis metió mano por primera vez de manera fuerte en un partido y a partir de esas decisiones (y rendimientos) deberá construir.