Marcelo Gallardo quedó inmortalizado en la puerta de su casa, del Estadio Monumental. En una ceremonia muy emotiva que contó con la presencia de varias glorias de River y de toda su familia y amigos, se descubrió la inmensa estatua de bronca del técnico más preponderate de la historia del club. El broche de oro fue el discurso a corazón abierto que el Muñeco le dio a los miles de hinchas que se hicieron presentes.

Quisiera tomarme unos minutos para expresar lo que siento en estos momentos. Cuando venía para acá sabía que iba a ser un momento difícil para expresarme, dudaba en que me saliera alguna palabra. No se imaginan … quiero agradecer…” y tuvo que hacer una pausa, por la emoción y los cantos estridentes de los hinchas.

Gallardo tuvo que frenar en varias veces su discurso por el sentimiento que lo invadía: “Hay muchisima gente acá a la que quiero mucho, que me ha acompañado a lo largo de mi carrera y mi vida… No hay posibilidad alguna de que uno pueda desprenderse de este maravilloso club“.

Este club es grande por su historia y por las glorias que tuvimos la suerte de vivir y compartir. Agradecer a los jugadores, aquellos jugadores que me han acompañado en todo este proceso. A cada uno de ellos con los que compartí todo. Logramos algo muy importante, que es que mas allá de la exigencia que nos mantuvo en el tiempo, ahi está la posibilidad del crecimiento. Este club no va a parar de crecer. Es maravilloso ver como 80 mil almas vibran cada fin de semana en este estadio, es único y muy difícil de ver y sentir. Tenemos ese privilegio“, agregó el DT.

Lo que la gente del Más Grande se llevará en el corazón son las últimas palabras que tuvo el Muñeco, sus últimas oraciones antes de despedirse, dedicadas a ellos, su público incondicional: “No me alcanzan las palabras para agradecerle. Los quiero mucho, los voy a amar siempre. Crecí en este club y moriré en este club, soy un privilegiado. Gracias, los amo“.