River pasó de estar dos goles arriba a reunir todos los méritos suficientes para que Sarmiento lograra alcanzar un 2-2 con pocos recursos. El recambio, en líneas generales, no funcionó y durante el segundo tiempo el equipo careció de compromiso para sostener el triunfo parcial e ir convencido por otro gol hasta que sufrió el cachetazo que tanto provocó.

Papelón. Sin vueltas. Si bien las chances de pelear por el título llevaban varias semanas sepultadas, al menos había que ganar para seguir sumando, terminar lo más alto posible y empezar una racha de victorias. Pero la tarea relativamente buena de la etapa inicial fue tirada a la basura, al igual que los tres puntos. ¿Lo peor? Lamentablemente, se veía venir la igualdad mucho antes de que se materializara, aunque la manera en que se dio genera mayor bronca.

La tarde comenzó con satisfacción porque cuando apenas iban tres minutos llegó la apertura del marcador mediante un centro de Milton Casco que sirvió para que Iván Alonso -ambos son los únicos relevos que mostraron rendimiento suficiente ante Sarmiento- desnivelara. El inicio de River exhibió momentos interesantes por control del partido a través de la pelota, abriendo la cancha y con paciencia para la elaboración frente a un 4-4-2 rígido de la visita.

Como si fuera poco, parecía que las situaciones complicadas estaban del lado de River porque de un tiro de esquina rival surgió el contragolpe para que Casco ampliara la diferencia luego de un centro de Gonzalo Martínez y un desborde exigido de Tabaré Viudez. Imaginar una goleada resultaba exagerado, pero el Millonario justificaba el triunfo parcial desde lo psicológico. Sin embargo, antes de que se le hiciera cuesta arriba, Sarmiento reaccionó con una pelota parada para descontar gracias a Alexis Niz, en plena área chica.

Desde ahí en adelante, River cayó poco a poco. Primero evidenció falta de profundidad. Luego, sintió asfixia por la presión de un adversario que vio que podía rescatar un punto. Tercero, no hallaba soluciones para frenar los avances del veloz Maximiliano Fornari ni la manera de evitar infracciones que permitieran el recurso principal de Sarmiento: el centro proveniente de un balón detenido. Aun así, apareció el entretiempo, indispensable para refrescar ideas, repartir las cartas y mejorar diferentes aspectos.

Lejos de ser un alivio, el entretiempo paralizó a River. O, mejor dicho, a los suplentes de River. Es justo analizarlo así. Salvo por algunos titulares y los desempeños exceptuados de Casco y Alonso, quienes mostraron un compromiso constante, lo visto en el segundo tiempo es para pensar seriamente en el futuro de varios jugadores. Para colmo, Emanuel Mammana tuvo que salir por precaución a raíz de una molestia y sucedió lo que era preferible evitar: Leonardo Ponzio, clave en el medio, otra vez en la zaga, incómodo.

Más allá de su experiencia y capacidad táctica, Ponzio no logra asentarse atrás. Hay movimientos que exceden su naturaleza, por más buena voluntad que tenga. Marcelo Gallardo tampoco halló respuestas con el recambio del recambio. Joaquín Arzura falló en la contención, Sebastián Driussi careció de resolución y Camilo Mayada esta vez sintió la ausencia de Andrés D’Alessandro e intérpretes adecuados. Pablo Carreras concedió algunas ventajas y del otro lado Ricardo Caruso Lombardi sí acertó en las variantes aplicadas.

Lo cierto es que cada falta de River en campo propio era una invitación a los lanzamientos de Walter Busse y Fornari. A pesar de ello, el Millonario contrarrestó los envíos aéreos. Aunque era como apuntarle a un frontón porque el equipo nunca contragolpeó de manera letal. Tampoco lastimó con otros recursos. Lentamente empezó a surgir la sensación de que Sarmiento lo iba a empatar de cualquier forma. El ecuatoriano Kevin Mercado inquietó siempre, Marcelo Barovero le negó el grito. Pero Ponzio fue expulsado por una acción innecesaria, Arzura cometió una mano y el ingresado Diego Chaves vulneró a Trapito desde los doce pasos. Así, sin demasiado anestesia, el conjunto de Junín lo empató. Mejor dicho: River lo empató solo. Es como si no hubiera salido a jugar la segunda parte. Tiró tres puntos a la basura…

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