River mostró una versión tan desdibujada como desconocida. Si bien es cierto que Marcelo Gallardo dispuso una formación con varios suplentes, la realidad es que el funcionamiento jamás apareció. Además de los errores propios, existió una gran tarea de Talleres, que fue superior y ganó 1-0 de manera merecida en el estadio Monumental gracias a una buena resolución de Nahuel Bustos cuando iban 17 minutos del segundo tiempo.

Desorientado en el campo, River nunca pudo hacer pie. La habitual intensidad quedó opacada por un Talleres que no sólo supo ser más en el aspecto del ritmo de juego, sino también para manejar la pelota con mucha inteligencia en la administración de los espacios y la distribución eficiente en los pases. La presión alta no sirvió porque faltó que fuera con mayor agresividad, aunque eso tampoco hubiera sido útil ante la capacidad rival para hacer que el balón llegara a destino.

¿Qué le pasó a River? Más allá de las ausencias de sus laterales titulares, sufrió la inactividad de jugadores como Javier Pinola, el chileno Paulo Díaz y hasta un rendimiento de Lucas Pratto que estuvo muy por debajo de su nivel promedio. A raíz de ese cóctel, sumado a los mencionados méritos de la T, el equipo careció de sus cualidades naturales. Sin fluidez con el balón ni capacidad para la recuperación, corrió detrás de los adversarios durante casi toda la tarde.

No hubo profundidad en los ataques. Tampoco variantes ofensivas. El desequilibrio individual brilló por su ausencia. La movilidad esta vez fue insuficiente, así como también la lectura del desarrollo para saber dónde ocupar los lugares para recibir el balón. Y para colmo, los controles fallaron, acompañados por malas decisiones tanto en la postura corporal para perfilarse como en la elección del destino al avanzar.

En ese contexto, River ni siquiera logró inquietar a Talleres. Se repitió en centros sin éxitos, en aceleraciones equivocadas y falta de voracidad al punto tal de haber pasado 47 minutos sin rematar. Entonces, la caída resultó inevitable. Ahora habrá que pensar de lleno en el compromiso del próximo jueves frente a Cerro Porteño, en Paraguay. Allí El Más Grande buscará clasificarse a las semifinales de la Copa Libertadores. Luego llegará el turno de poner la mente en el Superclásico.