En la historia riverplatense han pasado una infinidad de grandes jugadores. Pero no es fácil encontrar futbolistas que tengan el oportunismo de ser determinantes en un abanico grande de Superclásicos. Que se agranden en esas citas y, sobre todo, que en la Bombonera nunca hayan dejado de brillar. Locura total.

 

Así ha sido la carrera del Pity Martínez en River. Sin lugar ha dudas el señor más decisivo de los últimos años cuando hay cruce contra Boca. Gol de volea al primer palo. Gol de volea al segundo palo. Caños que quedarán en el recuerdo. Lujos y gambetas al por mayor. Asistencia hermosa a Pratto en el momento más duro para la confianza de River en el partido de ayer. Tiro libre con una rosca perfecta que ayudó a que se concrete el 2-2. Otro tiro libre que se clavaba en el ángulo si no fuera por el arquero rival. ¿Qué más se le puede pedir? Locura absoluta.

Tan grande es su confianza en ese estadio que ayer ni bien salió a la cancha desafió con su mirada a todos los plateístas xeneizes que le decían barbaridades. Con una paz absoluta. Como si en vez de una final de América se jugara un solteros contra casados. Y además tiene muy en claro que ellos se alteran cada vez que agarra la pelota y empieza a encarar, y que nada de lo que puedan decirle lo va a correr de su eje. Locura interminable.

 

Por supuesto que el Monumental es como su segunda casa y el estadio que lo va a identificar por siempre, pero futbolísticamente la Bombonera ha sido su lugar en el mundo de manera indiscutida. Donde sus locuras explotan a límites insospechados. Donde terminó de conquistar a los hinchas que en sus primeras épocas lo miraban de reojo. Donde más ha disfrutado y demostrado todo lo que es capaz de hacer, y donde más ha maravillado a todo el mundo del fútbol. Locura hermosa.

Lamentablemente parece casi imposible que en esta etapa en River vuelva a jugar allí, porque su venta a USA a fin de año es casi un hecho, pero ojalá haya un regreso en un futuro no muy lejano y pueda demostrar nuevamente todo su brillo alocado en la casa del clásico rival.