Pese a que generó pocas situaciones de riesgo en ataque, el Millonario se llevó un resultado positivo de México, debido a que superó diversos inconvenientes e igualó sin goles frente a Tigres. Si gana el próximo miércoles, en el Monumental, levantará la tan deseada Copa Libertadores de América.
Hay que hacer un análisis amplio, profundo, pormenorizado en materia de detalles para valorar o no el empate de esta noche en “El Volcán”. Desde el punto de vista ofensivo, River quedó en deuda. Prácticamente no llegó. Dependió en exceso de la pelota parada a favor y de los tiros de media distancia. El primer recurso inquietó al principio y luego se diluyó, mientras que el segundo jamás le causó sustos a un seguro Nahuel Guzmán.
Pero más allá del déficit para atacar, El Más Grande sí supo agruparse. Fue sólido. Ofreció garantías, amén de una serie de sobresaltos esporádicos. Jonatan Maidana, en el día de su cumpleaños, anuló al francés André-Pierre Gignac, cuyas condiciones técnicas únicamente resultaron exhibidas para descargar eventualmente. Los laterales –Gabriel Mercado fue amonestado y se perderá la revancha- padecieron algunos problemas, mientras que Ramiro Funes Mori nunca se complicó.
Mención aparte para Marcelo Barovero, determinante en dos acciones. A los 19 minutos de la etapa inicial, estuvo en el lugar indicado para impedir que un cabezazo del brasileño Rafael Sobis, previo centro del uruguayo Egidio Arévalo Ríos terminara en gol. El travesaño, apenas antes, le hizo un guiño cuando Leonel Vangioni pifió un rechazo. La otra jugada clave de Trapito ocurrió cuando desvió un violento tiro libre del brasileño Juninho.
Lo cierto es que, en líneas generales, hubo mucha fricción. Tigres cometió 16 faltas; River, 24. Números que hablan por sí solos. En ese contexto, el equipo que dirige Marcelo Gallardo mostró el carácter necesario para plantarse, aun con las ocho infracciones de un Leonardo Ponzio intenso, acompañado por el inteligente Matías Kranevitter. Las lesiones de Tabaré Viudez -generó varias pelotas paradas y las ejecutó con veneno-, el que mayor inquietud generó a los rivales, y Rodrigo Mora debilitaron la explosión arriba.
Nicolás Bertolo y Gonzalo Martínez , sustitutos de ambos averiados, fueron de mayor a menor. Le aportaron dinámica a River durante sus primeros minutos. Después, con Ponzio ya acalambrado, Lucho González brindó la pausa indispensable para descansar. Es que los jugadores del Millonario corrieron mucho para presionar al principio. Les faltó tener el balón. Sintieron el calor agobiante de Monterrey. Pese a todo ello, la igualdad de ninguna manera está mal. Si River la hace valer en casa, tras un largo viaje, alcanzará la gloria y, por tercera vez en su historia, levantará la anhelada Copa Libertadores de América.
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