Se encontró con la pelota en su cabeza a poco metros del arco. La empujó hacia la red. Estiró los puños y cerró los ojos. Armó una letra T con las manos y levantó los dedos índices apuntando al cielo, mientras se le habrán cruzado por la cabeza miles de hermosos recuerdos.
Todo tenía su explicación. El pasado 28 de marzo falleció su hermana Tatiana, luego de haber peleado varios años con una dura enfermedad. Y ella fue la protagonista absoluta de ese momento emotivo en la tarde de sábado del Monumental. Por eso el abrazo tan sentido de sus compañeros, y su mirada tan enfocada hacia un sólo objetivo.
Debió haber sido una mezcla total de sensaciones para él. Desde el profundo desahogo provocado por toda la angustia acumulada, hasta el instante de felicidad que provoca volver al gol después de varios meses. ¿Qué mejor que haberle regalado esa dedicatoria tan sentida y especial? ¿Qué más lindo que compartir ese momento de alegría conectándose con ella?
Si hay alguien que sabe de superar momentos difíciles es Mayada. Siempre con la humildad y la fuerza de voluntad que lo caracteriza. Recuerdo aquel episodio del famoso doping positivo involuntario que sufrió junto a Martínez Quarta, y jamás olvidaré que todos los días que duró ese martirio injusto fue a entrenar con la mejor de las sonrisas. Siempre tan positivo, y priorizando el bienestar del grupo por sobre lo individual. Por eso nunca vas a encontrar un compañero ni nadie ligado al club que hable mal de él.
River siempre caminará a tu lado, Camilo querido. En las buenas, y en las malas mucho más. Gracias por no bajar los brazos nunca, y por dejar siempre todo en la cancha más allá de los contextos y las circunstancias. Estoy seguro que Tatiana, desde algún rincón especial del cielo, infló su alma de pleno orgullo cuando esa pelota besó la red. Porque realmente le tocó compartir su vida con un hermano maravilloso dentro y fuera de la cancha.
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