(Paraná – Enviado especial) El Millonario mostró un buen rendimiento durante el pimer tiempo y se fue al descanso en ventaja. Sin embargo, ni siquiera estuvo cerca de hacer un buen papel en el complemento, perdió el dominio, Patronato dio vuelta la historia y se impuso 2-1 mediante una acción polémica en la no hubo Fair Play.

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Hay bronca. Existe una mezcla entre tristeza y frustración. River no sólo cayó en Paraná, donde nunca ganó en sus tres presentaciones, sino que además dejó un invicto de 10 partidos oficiales (siete triunfos y tres empates) y tuvo un giro de 180 grados en su producción futbolística de una etapa a otra. Pasó de ganador legítimo a vencido inesperado y quedó a cinco puntos de Estudiantes de La Plata, el único líder del campeonato.

Cuando apenas iban seis minutos del primer tiempo, River tradujo en el marcador su inicio prometedor. Sebastián Driussi, que antes había tenido un mano a mano tapado por el arquero Sebastián Bértoli, encontró revancha inmediata para señalar el 1-0 mediante un derechazo y prolongar su excelente presente goleador. Como si fuera poco, el Millonario sostuvo su comienzo voraz y hasta podría haber estirado la diferencia.

Andrés D’Alessandro asumió el protagonismo, mientras que Tomás Andrade, Leonardo Ponzio, Jorge Moreira e Ignacio Fernández fueron socios positivos. River tan preciso como veloz e inteligente para utilizar la pelota. La hacía girar una y otra vez, a lo largo y a lo ancho, con mucha movilidad, siempre teniendo al menos dos opciones de pase. Un despliegue lujoso frente a un Patronato que no hallaba respuestas en su intensidad.

Sin embargo, el conjunto que dirige Marcelo Gallardo desaprovechó ese gran inicio. No pudo reflejar en el resultado parcial semejante dominio. Aun así, se fue al descanso en ventaja y con apenas dos sobresaltos que encabezó Fernando Telechea: un derechazo a centímetros del travesaño y un mano a mano que culminó en falta de Augusto Batalla, amonestación incluida.

La segunda etapa fue distinta. River perdió el control y se descontroló en determinados aspectos. Milton Casco fue tan punzante en la proyección como endeble en la marca. Cada incursión ofensiva del lateral derecho Lautaro Geminiani causó problemas hasta que un centro del marcador punta sirvió para que el chileno Gabriel Vargas, de cabeza, marcara la igualdad. Recién a los 22 minutos, a través de un débil zurdazo de D’Alessandro, llegó el primer tiro de River en el complemento…

¿Qué le pasó al Más Grande? Perdió dinámica con relación al primer tiempo, Patronato ajustó marcas, fue más preciso con el balón y empezó a inquietar con envíos aéreos. En ese contexto, River no sólo sufrió la paridad, sino que además careció de reacción suficiente. Los centros nunca le dieron soluciones y, en cambio, le produjeron serios inconvenientes. Tal es así que Lucas Márquez, de cabeza, dio vuelta la historia a segundos de que se cumpliera la hora, tras una acción polémica en la que el local no devolvió la pelota en un pique -el Fair Play, bien, gracias- y llegó hasta el inesperado gol.

La locura invadió a D’Alessandro, amonestado por protestar. Peor fue para el ingresado Denis Rodríguez, expulsado por primera vez oficial en su carrera. River se descontroló en el mayor sentido de la palabra. Perdió el protagonismo y también la calma que lo caracteriza. Quedó con uno menos. Se ilusionó con el 2-2, aunque Bértoli, en el día de su cumpleaños 39, se dio un regalo a sí mismo al evitar que otro ingresado, el uruguayo Rodrigo Mora, rescatara un punto. Chau, invicto.

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