"Qué sentirá el hincha de River que fue al estadio en paz, a ver buen fútbol en un día de fiesta para todos, y por unos pocos personajes , perder la posibilidad de vivir esa final única! ES TRISTE!", fueron las palabras de René Higuita en la noche del jueves, luego de haberse oficializado el negocio millonario de Conmebol para que la Superfinal se dispute en España.

Por dónde arrancar, René. ¿Sabés la cantidad de familias que vi el sábado y el domingo yendo a la cancha, de la mano, listas para vivir una fiesta que íban a recordar hasta su lecho de muerte? Los hinchas de River sentimos tristeza, porque nos robaron lo más preciado que podemos tener. El derecho a estar en nuestra casa.

Sentimos impotencia, porque no podemos hacer nada ante la decisión de los poderosos, de los que no les interesa el fútbol y el deporte. Esos que sólo piensan en llenarse los bolsillos a merced del espectáculo y basureando la ilusión de todo un pueblo.

Estamos desencantados, porque en momentos de crisis, una de las pocas cosas que nos quedaban a los argentinos era esto. El fútbol y el orgullo de que los dos equipos más grandes del país iban a definir el torneo màs importante del continente. La Copa Libertadores de América se va a definir en España, justo del lugar que tuvimos que liberarnos. ¿Qué pensarían San Martín y Bolívar? Me da vergüenza de solo imaginarlo. Perdónennos.  

Tenemos culpa, porque no podemos mirar para otro lado, y nosotros también formamos parte de esta sociedad. Una sociedad trazada por la falta de empatía, la falta de respeto al prójimo y la tolerancia a la corrupción, represión y violación. Sí, sé que no todos somos esa lacra, por suerte la mayoría sigue estando "del lado del bien", pero es de hipócrita levantar las manos y decir "yo no tengo absolutamente nada que ver". Hasta con pequeños actos, super mínimos al lado de lo que pasó el otro día, cargás con algo de conciencia.

Pero principalmente, René, nos invade el dolor. Porque ya está, la Superfinal no volverá a ser la Superfinal. Nos mata el pesar de que el arma que usamos para luchar contra los poderosos, el fútbol, el sabor del pueblo americano, ya no nos pertenece. Lo perdimos.