-¡Papi!

-Qué.

-¿Ganamos?

-No, hijo. Perdimos.

-¿Y por qué estamos festejando?

-Porque somos de River.

El diálogo en una de las tribunas del Nissan Stadium de Yokohama fue exactamente así. Se festejaba ser de River. Estar acá, en Japón, en un viaje que será imposible de olvidar. Eso es para festejar. Se celebra que nosotros mismos estemos ahí y que somos un montón. Que los jugadores del Barcelona, como el niñito del principio, se miran entre ellos sin entender qué les pasa a esos veinte mil locos que cantan y cantan y después cantan un poco más.

Me lo confirma el propio Mascherano después del partido: “Mis compañeros no podían entender, estaban maravillados y sorprendidos con ver a la gente cantando así a pesar de la derrota”, me dice Javier. Y sí, son los mejores del mundo, pero de amor no junan mucho. Le falta amor al mundo. O será que el nuestro por estos colores es demasiado grande como para que los ponjas, los empleados de todos los aeropuertos del mundo y los jugadores del Barcelona nos miraran así de alucinados.

Y nos vamos de Japón celebrando nuestro amor, que es campeón del mundo. El resultado deportivo duele, porque somos River, pero tampoco somos necios. Sabemos aceptar la derrota de un rival superior sin abandonar antes de tiempo. El Barcelona, este Barcelona, es el mejor equipo de fútbol de todos los tiempos. Y no jugamos a perder por poco: jugamos a ganarle. Y estamos orgullosos de eso. Yo lo estoy. Es raro ver jugar bien a River y perder con esa claridad, más allá de un arbitraje lamentable (ya son los mejores, no les hacía falta que el referí jugara para ellos).

Hay que agradecerles, por eso, al plantel y al cuerpo técnico, por habernos llevado hasta acá y por interpretar el sueño de miles y millones de hinchas que viajaron o se quedaron en Argentina, respectivamente. Sólo un pequeño favor queda pedirles, si son tan amables: hágannos volver el año que viene. Que amor nunca les va a faltar.

+ A pesar de la derrota, el aliento jamás cesó:

+ Así sigue el camino de River.

+ Las imágenes de la final.

+ Una hinchada campeona del mundo.